Por José Antonio Rivas Leone
La revolución tiene a cuestas ya una década en el poder. Hay quienes señalan que nunca estuvieron preparados para ser gobierno, lo cierto del caso es que se convirtieron fácilmente en gobierno, pues para nadie es un secreto el hastío al que llegó un grupo de venezolanos que en 1998 creyó en la promesa del cambio y la revolución. Diez años han transcurrido con abundancia de recursos, gobernadores, leyes, instrumentos legales, nuevas figuras, instancias, poderes, experimentos que en definitiva se traducen viendo los números y evaluando las políticas en un rotundo fracaso y estafa revolucionaria.
Seamos francos con buenas intenciones no se alimenta la gente, no se cura el enfermo, no consigue empleo el desempleado, no alcanzamos un educación de calidad para nuestros hijos, sobrinos, nietos y demás, con buena voluntad no tendremos seguridad plena para todos los venezolanos. En fin, la revolución sólo ha ofrecido promesas, ideales, posibilidades a futuro pero repito si la evaluamos por esta década es un fiasco e infortunio total.
Quienes votaron por Chávez hace diez años y de alguna manera han vuelto a depositar su confianza en él en sucesivas elecciones, lo han hecho convencidos de que esta revolución sería un cambio radical en el país, en el manejo atinado de su economía para hacer que lo más pobres tuviesen mejores niveles de vida, acceso a la justicia, empleo, seguridad, medicinas, asistencia en todos los órdenes y lo que hemos visto es corrupción por doquier, incapacidad, ineficiencia, malversación y despilfarro de recursos en el país y fuera de este.
La humildad de Chávez y de quienes han ocupado puestos como gobernadores, alcaldes, ministros, asesores, directores y demás, no se corresponde con la vida de abundancia que hoy llevan, para nadie es un secreto las cuentas bancarias de los funcionarios de la revolución, los bienes inmuebles, inversiones, lujos y para usted de contar que exhiben justa y paradójicamente los promotores del socialismo del siglo XXI. La experiencia nefasta de Venezuela deja claro que el socialismo del siglo XXI, la humildad, la precariedad, el hambre, el sacrificio es para el pueblo, para ustedes el whisky por garrafa, el oro, carros último modelo, yates, viajes, en fin, vida de reyes mientras el pueblo muere de mengua, de desnutrición.
El pueblo sabe de las andanzas de estos supuestos “revolucionarios” enriquecidos a costa del Estado y de lo que le corresponde a todos los venezolanos. Ustedes no creen en el capitalismo salvaje son expresión y creen en el capitalismo súper salvaje. Los excesos cometidos hasta el presente están ahí en una larga cuenta que los venezolanos tenemos y que cobraremos. El poder sin control, sin límites es un monstruo voraz y peligroso. Este intento de revolución y experimento ha estafado al hombre, a los venezolanos, los ha hecho más pobres, más dependientes, menos productivos.
Esta revolución en lugar de promover sólida y reales transformaciones, un genuino empoderamiento del pueblo, su mejora material e inmaterial y alcanzar realmente un mejor país y sociedad, se ha vuelto contra él y paga su confianza con traición, con opresión, inflación, despidos. Razón tenía Don Miguel de Cervantes Saavedra cuando expresó “la libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos, con ella no pueden igualarse los tesoros que encierran la tierra el mar: por la libertad, así como por la horra, se puede y debe aventurarse la vida”. Los venezolanos no sólo perdimos recursos y oportunidades, sino que hemos ido gradualmente perdiendo nuestras libertades. Miremos el acontecer de Venezuela y rectifiquemos a tiempo frente al engaño, frente a la estafa revolucionaria.
(*) Profesor de la Universidad de Los Andes
La revolución tiene a cuestas ya una década en el poder. Hay quienes señalan que nunca estuvieron preparados para ser gobierno, lo cierto del caso es que se convirtieron fácilmente en gobierno, pues para nadie es un secreto el hastío al que llegó un grupo de venezolanos que en 1998 creyó en la promesa del cambio y la revolución. Diez años han transcurrido con abundancia de recursos, gobernadores, leyes, instrumentos legales, nuevas figuras, instancias, poderes, experimentos que en definitiva se traducen viendo los números y evaluando las políticas en un rotundo fracaso y estafa revolucionaria.
Seamos francos con buenas intenciones no se alimenta la gente, no se cura el enfermo, no consigue empleo el desempleado, no alcanzamos un educación de calidad para nuestros hijos, sobrinos, nietos y demás, con buena voluntad no tendremos seguridad plena para todos los venezolanos. En fin, la revolución sólo ha ofrecido promesas, ideales, posibilidades a futuro pero repito si la evaluamos por esta década es un fiasco e infortunio total.
Quienes votaron por Chávez hace diez años y de alguna manera han vuelto a depositar su confianza en él en sucesivas elecciones, lo han hecho convencidos de que esta revolución sería un cambio radical en el país, en el manejo atinado de su economía para hacer que lo más pobres tuviesen mejores niveles de vida, acceso a la justicia, empleo, seguridad, medicinas, asistencia en todos los órdenes y lo que hemos visto es corrupción por doquier, incapacidad, ineficiencia, malversación y despilfarro de recursos en el país y fuera de este.
La humildad de Chávez y de quienes han ocupado puestos como gobernadores, alcaldes, ministros, asesores, directores y demás, no se corresponde con la vida de abundancia que hoy llevan, para nadie es un secreto las cuentas bancarias de los funcionarios de la revolución, los bienes inmuebles, inversiones, lujos y para usted de contar que exhiben justa y paradójicamente los promotores del socialismo del siglo XXI. La experiencia nefasta de Venezuela deja claro que el socialismo del siglo XXI, la humildad, la precariedad, el hambre, el sacrificio es para el pueblo, para ustedes el whisky por garrafa, el oro, carros último modelo, yates, viajes, en fin, vida de reyes mientras el pueblo muere de mengua, de desnutrición.
El pueblo sabe de las andanzas de estos supuestos “revolucionarios” enriquecidos a costa del Estado y de lo que le corresponde a todos los venezolanos. Ustedes no creen en el capitalismo salvaje son expresión y creen en el capitalismo súper salvaje. Los excesos cometidos hasta el presente están ahí en una larga cuenta que los venezolanos tenemos y que cobraremos. El poder sin control, sin límites es un monstruo voraz y peligroso. Este intento de revolución y experimento ha estafado al hombre, a los venezolanos, los ha hecho más pobres, más dependientes, menos productivos.
Esta revolución en lugar de promover sólida y reales transformaciones, un genuino empoderamiento del pueblo, su mejora material e inmaterial y alcanzar realmente un mejor país y sociedad, se ha vuelto contra él y paga su confianza con traición, con opresión, inflación, despidos. Razón tenía Don Miguel de Cervantes Saavedra cuando expresó “la libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos, con ella no pueden igualarse los tesoros que encierran la tierra el mar: por la libertad, así como por la horra, se puede y debe aventurarse la vida”. Los venezolanos no sólo perdimos recursos y oportunidades, sino que hemos ido gradualmente perdiendo nuestras libertades. Miremos el acontecer de Venezuela y rectifiquemos a tiempo frente al engaño, frente a la estafa revolucionaria.
(*) Profesor de la Universidad de Los Andes