Freddy Lepage S.
La reacción de Chávez, luego de la indigestión causada por los resultados del 23-N no se hizo esperar: sapos, culebras, insultos, amenazas, prepotencia, iracundia. Los peores sentimientos del ser humano brotaron de sopetón, ante el clima, aún expectante, brumoso, del final de la campaña electoral.Luego de aparecer risueño esa madrugada en el Comando del PSUV, la máscara de demócrata se le cayó, cuando dio rienda suelta a su incontenible talante autoritario, desconociendo (literalmente) los resultados promulgados por el organismo electoral.Pretende hacer como los niños que son dueños del bate, la pelota y los guantes, al ver el juego perdido, recogen sus macundales, ¡y se acabó!...
No pudo contenerse ante una realidad que lo golpea en lo más profundo de su ego: las zonas urbanas de la región central y los estados Zulia, Táchira y Nueva Esparta, le propinaron una contundente derrota no solo numérica, sino también cualitativa, difícil de asimilar… La sociedad venezolana le puso el mingo muy lejos a su afán de gobernar hasta que Dios quiera… Le resultará muy cuesta arriba revertir la tendencia iniciada el 2 de diciembre pasado. Los partidos y sectores opositores han recibido el envión necesario para sortear con éxito las próximas arremetidas del herido caudillo de Sabaneta. Eso sí, siempre y cuando hayan aprendido (?) la lección. El individualismo, el egoísmo exacerbados; el jugar con las cartas marcadas en algunos casos, soñando con candidaturas presidenciales extemporáneas fuera de contexto, como sí la mesa estuviera servida; la falta de unidad de propósitos y de acción y la consecuente dispersión de esfuerzos (no todos remaron en el mismo sentido); asociados a otra cantidad de factores causantes de la falta de coherencia final, le permitieron al régimen obtener triunfos no merecidos. De alguna manera la máxima de Maquiavelo de “divide y reinaras”, fue mejor utilizada (salvo algunas excepciones) por el oficialismo.
Chávez se ha devanado los sesos (y, aún sigue) para explicarle al país y al mundo que, él y solamente él, arrasó en las elecciones. La oposición y la disidencia quedaron pulverizadas (Chávez díxit). Entonces, ¿por qué tanto alboroto? ¿Por qué quiere acabar con la normativa “institucional” impuesta, transfiriendo dependencias y funciones estadales y municipales al Ejecutivo Nacional? Esa situación al final se le revertirá, porque es sumamente riesgoso asumir mayores responsabilidades en materia de educación, salud y seguridad ciudadana, cuando se tiene una pésima, corrupta, gerencia de políticas públicas. En dos palabras, eso es cuchillo para su pescuezo.
Los “triunfos” chavistas hace tiempo no se celebran desde el balcón del pueblo. Ahora el escenario es una vacía Plaza Caracas, en la cual, el mismísimo líder tiene que, de forma autocomplaciente, gritar a gañote tendido ¡Uh, ah, Chávez no se va!, mientras humildes venezolanos agitan, sin mucho entusiasmo, al son de la trillada y tarifada proclama, unas banderitas rojas. ¡Cómo cambian los tiempos! Y, algo peor ocurre, el “autopostulado” no se da cuenta de ello y delira y delira… Esa es una de las peores consecuencias del culto a la personalidad que tanto gusta el Presidente.
2009 será un año muy difícil, sino se adoptan, a tiempo, los correctivos económicos y financieros necesarios para paliar los efectos de la crisis mundial y su derivado perverso para Venezuela, la caída abrupta de los precios petroleros. El dinero se acaba, el tiempo también. El espejismo de eternizarse en el poder, será (estoy seguro) un detonante impredecible de la crisis que toca la puerta.
http://analitica.com/va/politica/opinion/2528990.asp
La reacción de Chávez, luego de la indigestión causada por los resultados del 23-N no se hizo esperar: sapos, culebras, insultos, amenazas, prepotencia, iracundia. Los peores sentimientos del ser humano brotaron de sopetón, ante el clima, aún expectante, brumoso, del final de la campaña electoral.Luego de aparecer risueño esa madrugada en el Comando del PSUV, la máscara de demócrata se le cayó, cuando dio rienda suelta a su incontenible talante autoritario, desconociendo (literalmente) los resultados promulgados por el organismo electoral.Pretende hacer como los niños que son dueños del bate, la pelota y los guantes, al ver el juego perdido, recogen sus macundales, ¡y se acabó!...
No pudo contenerse ante una realidad que lo golpea en lo más profundo de su ego: las zonas urbanas de la región central y los estados Zulia, Táchira y Nueva Esparta, le propinaron una contundente derrota no solo numérica, sino también cualitativa, difícil de asimilar… La sociedad venezolana le puso el mingo muy lejos a su afán de gobernar hasta que Dios quiera… Le resultará muy cuesta arriba revertir la tendencia iniciada el 2 de diciembre pasado. Los partidos y sectores opositores han recibido el envión necesario para sortear con éxito las próximas arremetidas del herido caudillo de Sabaneta. Eso sí, siempre y cuando hayan aprendido (?) la lección. El individualismo, el egoísmo exacerbados; el jugar con las cartas marcadas en algunos casos, soñando con candidaturas presidenciales extemporáneas fuera de contexto, como sí la mesa estuviera servida; la falta de unidad de propósitos y de acción y la consecuente dispersión de esfuerzos (no todos remaron en el mismo sentido); asociados a otra cantidad de factores causantes de la falta de coherencia final, le permitieron al régimen obtener triunfos no merecidos. De alguna manera la máxima de Maquiavelo de “divide y reinaras”, fue mejor utilizada (salvo algunas excepciones) por el oficialismo.
Chávez se ha devanado los sesos (y, aún sigue) para explicarle al país y al mundo que, él y solamente él, arrasó en las elecciones. La oposición y la disidencia quedaron pulverizadas (Chávez díxit). Entonces, ¿por qué tanto alboroto? ¿Por qué quiere acabar con la normativa “institucional” impuesta, transfiriendo dependencias y funciones estadales y municipales al Ejecutivo Nacional? Esa situación al final se le revertirá, porque es sumamente riesgoso asumir mayores responsabilidades en materia de educación, salud y seguridad ciudadana, cuando se tiene una pésima, corrupta, gerencia de políticas públicas. En dos palabras, eso es cuchillo para su pescuezo.
Los “triunfos” chavistas hace tiempo no se celebran desde el balcón del pueblo. Ahora el escenario es una vacía Plaza Caracas, en la cual, el mismísimo líder tiene que, de forma autocomplaciente, gritar a gañote tendido ¡Uh, ah, Chávez no se va!, mientras humildes venezolanos agitan, sin mucho entusiasmo, al son de la trillada y tarifada proclama, unas banderitas rojas. ¡Cómo cambian los tiempos! Y, algo peor ocurre, el “autopostulado” no se da cuenta de ello y delira y delira… Esa es una de las peores consecuencias del culto a la personalidad que tanto gusta el Presidente.
2009 será un año muy difícil, sino se adoptan, a tiempo, los correctivos económicos y financieros necesarios para paliar los efectos de la crisis mundial y su derivado perverso para Venezuela, la caída abrupta de los precios petroleros. El dinero se acaba, el tiempo también. El espejismo de eternizarse en el poder, será (estoy seguro) un detonante impredecible de la crisis que toca la puerta.
http://analitica.com/va/politica/opinion/2528990.asp
No hay comentarios:
Publicar un comentario