A lo largo de la historia de Venezuela ha habido varios casos de pésimos gobernantes que aspiran a mantenerse en el poder. Tal fue el caso de Andueza Palacio, cuyo gobierno fue deplorable, en buena parte porque no le interesaba gobernar, sino reelegirse, y esa absurda pretensión le costó a Venezuela una corta guerra civil. O el de Joaquín Crespo, que también fue muy mal gobernante y condenó al país a treinta y cinco años de dictadura al empeñarse en permanecer en el poder porque le daba la gana. Y ahora, en pleno siglo XXI, el peor de todos los gobernantes que ha tenido Venezuela incurre en el mismo disparate; “Si Dios quiere y me da salud, estoy listo para estar con ustedes hasta el 2019, hasta el 2021. Lo que Dios diga y lo que el pueblo mande”, dijo en cadena nacional, como para que lo oyeran todos los venezolanos y los extranjeros. No hay duda: está loco. Su psiquis no funciona bien. Necesita ayuda profesional. Pero, que un ciudadano cualquiera padezca de insania es algo que lo afecta a él y a su entorno inmediato, pero que el Presidente de la República esté loco es algo que afecta a todos los venezolanos. Su gobierno ha sido, con mucho, el peor de la historia de Venezuela. Peor que el de Julián Castro, peor que el de Cipriano Castro, peor que el de Raimundo Andueza Palacio. Ha recibido ingresos, por los altísimos precios del petróleo, como para superar en obras efectivas a todos los regímenes anteriores, y la obra de gobierno es raquítica. Ha corrompido a la gente con dádivas absurdas, destinadas a comprar conciencias, y ha dañado todas las instituciones del país. ¿Y pretende quedarse en el poder indefinidamente? Y para colmo cuando se anuncia, o, peor aún, se inicia una crisis económica que va a afectar al país en su conjunto, y que requeriría gente sabia y prudente al frente de la nación. No, no está bien de la cabeza. El país entero, incluidos los que se han dejado embrujar por los cantos de sirena de una demagogia galopante, tiene que darse cuenta de la realidad: no se trata de política, ni debe actuarse con odios de ninguna especie. De lo que se trata es de la supervivencia de todos: Chávez debe ser apartado del poder, ya. No esperar a que siga dañando al país ni permitir que siga haciendo locuras. Es el porvenir de todos lo que está en juego. Y los más perjudicados van a ser los que menos tienen, porque pronto, si Chávez sigue haciendo y proponiendo locuras, no van a tener absolutamente nada, salvo un hambre lacerante y una muerte segura. Se trata de lo más elemental que debe afrontar un ser viviente: la supervivencia pura y simple.
http://www.analitica.com/va/politica/opinion/2069447.asp
Otras notas
Obsesión de poder
PompeyoMárquez
En mi comentario de la semana pasada cuando me referí a la presentación de Chávez con la Constitución (el librito azul) en la mano y repitiendo una frase en desuso como la de “dentro de la Constitución, todo; fuera de la Constitución, nada” me mostré incrédulo era porque estaba consciente de la naturaleza del autócrata y de su obsesión de poder. Nota completa http://www.analitica.com/va/politica/opinion/5194488.asp
PompeyoMárquez
En mi comentario de la semana pasada cuando me referí a la presentación de Chávez con la Constitución (el librito azul) en la mano y repitiendo una frase en desuso como la de “dentro de la Constitución, todo; fuera de la Constitución, nada” me mostré incrédulo era porque estaba consciente de la naturaleza del autócrata y de su obsesión de poder. Nota completa http://www.analitica.com/va/politica/opinion/5194488.asp
¡Tremenda enmienda!
Trino Márquez
Una de las características predominantes de los autócratas y mandatarios mesiánicos es que se consideran a sí mismos imprescindibles. Dado que no creen en las instituciones, ni siquiera en las que ellos mismos crean para proyectar la ilusión de equilibrio, participación e independencia de poderes, estiman que su ausencia o salida de escena, puede provocar el derrumbe del teatro. Desde luego que todos asumen su papel como parte de un sacrificio y obediente cumplimiento de una misión predestinada por la Providencia, por esa fuerza telúrica que es la Revolución o por el alma colectiva del pueblo para la reconquista de la grandeza de una Nación.Nota completa http://www.analitica.com/va/politica/opinion/1090016.asp
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