jueves, 19 de febrero de 2009

Joaquín Villalobos sobre Venezuela:"Chávez es un problema y una vergüenza para la izquierda"


Desde Oxford, Inglaterra, el ex comandante guerrillero salvadoreño ha concedido varias entrevistas sobre el tema venezolano a diversos medios europeos y latinoamericanos. Recientemente nos envió a Centroamérica 21 una selección de sus respuestas, sobre todo las que dio a la revista Tal cual. Esas expresan un revelador ángulo de análisis, de Chávez y sus planes, basado en una larga trayectoria de lucha en las filas de la izquierda armada.

Redacción
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-¿Qué cosa es a su juicio el socialismo del siglo XXI que pregona Chávez?

-Eso es un engendro que no tiene ni pies ni cabeza. Ni es lo que se conoció como socialismo real, ni son políticas socialdemócratas. En definitiva, pienso que de lo que se trata es de usar un discurso de políticas sociales para quedarse gobernando eternamente, a partir de controlar instituciones y eso es autoritarismo. En el fondo de todo esto está la cuestión entre las dos izquierdas, algo que en Europa fue resuelto a favor de la socialdemocracia, pero que en Latinoamérica seguimos discutiendo.

-¿Cuál es esa cuestión?

-La cuestión es que para esta izquierda que representa Chávez, que representa Cuba, lo que le da la ética, lo que le da sentido a estar en el gobierno es tener un proyecto social, lograr soluciones a los problemas de la gente; pero el problema es que la ética de la izquierda no está centrada en llevar soluciones sociales a costa de la democracia.

La democracia es el elemento que le permite a los trabajadores, a los estudiantes, a los campesinos, a la gente más humilde, tener una garantía de que ellos pueden resolver problemas cuando los poderes públicos caen en manos de cualquiera, incluso de un militarote que levanta banderas de izquierda. Por eso no puede ser sólo la parte social. Entonces creo que hay intentos de reconstruir y justificar ideológicamente de nuevo el autoritarismo de izquierdas, y de eso se trata el engendro del tal socialismo del siglo XXI, que en definitiva es un enredo porque, repito, no tiene ni las características que tenía antes y tampoco es nuevo porque se parece mucho a cualquier gobierno populista que hasta de derecha podría ser. Al final, Chávez pretende sacrificar la democracia y la legalidad que son el seguro más importante para la gente.

-¿Pero es una revolución lo que Chávez impulsa?

-La palabra revolución al final de cuentas se puede usar como uno quiera, pero si nos remitimos en sentido estricto a lo que debemos entender como revolución, estaríamos hablando de cambios violentos, dramáticos y veloces que alteran profundamente la estructura de poder político y económico de un país. Esto no lo ves en Venezuela. Cuando Chávez intentó llegar al poder por -digámoslo así- la vía violenta, por las armas, la institucionalidad, mal que bien, lo detuvo y lo forzó a retomar los caminos legales, y ahí obtuvo una cuota de votación que lo autorizó para hacer ciertas cosas, que le dio una correlación de fuerzas que luego le permitió alterar ciertos órdenes y acumular fuerzas; el error de la oposición fue, por soberbia, querer sacarlo muy rápido. Eso sólo le aceleró ese proceso de acumulación de fuerzas. Pero no se puede llamar revolución a cualquier cosa.

¿Quién es Chávez?

-Un tipo que tiene unas características intelectualmente pobres, una mezcla entre pastor evangélico y soldadote con voz de mando. Es una vergüenza que la izquierda en América Latina le rinda pleitesía.

Yo puedo estar en desacuerdo con Fidel Castro, pero el hombre es brillante, y Chávez solo es un payaso. La izquierda, en sus dos versiones, tiene dos características fundamentales: una es que es combativa, básicamente la más radical; y la otra es que es intelectualmente sofisticada. Chávez se ha rendido dos veces, o sea que no es combativo y tampoco es sofisticado intelectualmente.

-Usted ha afirmado que Hugo Chávez no tiene un partido revolucionario sino una estructura política fragmentada. Sin embargo, el PSUV logró inscribir 5 millones de personas. ¿Eso no es un comienzo?

-No creo. Un partido revolucionario se organiza en la calle y en la lucha. El partido revolucionario se forma en la calle, cuando los riesgos son altos y el premio es inexistente. Un partido que se forma cuando los riesgos son inexistentes y los premios altos no es un partido revolucionario. Desde el gobierno tú puedes organizar no cinco, sino seis, siete millones de personas. En una primaria interna del PRI en su fase final votaron 10 millones, e igual perdieron luego. Desde el gobierno se pueden hacer esas cosas, pero un partido revolucionario implica que tienes un núcleo de dirigentes, una estructura territorial de cuadros cohesionados ideológicamente que se formaron en una lucha revolucionaria. ¿Dónde, cuándo y cómo ha ocurrido ese proceso en Venezuela?

-¿Qué tenemos entonces?

-Chávez entró al gobierno con un desorden ideológico y organizativo que ahora intenta convertir en partido y el problema es -tomándole el discurso- cómo va a darle cohesión ideológica. Lo que hay es una amalgama de todos los colores de gente aprovechando, lucrándose. Es la revolución del despilfarro y los carros de lujo. La queja de Chávez de llamar a la austeridad y a hacer sacrificios, en medio del derroche y la abundancia, les debe resultar ridículas a muchos de sus seguidores. Puede hablarse de creación de nuevas élites, de movilidad social vía participación política, de corrupción para favorecer a nuevos grupos sociales, pero no de una revolución.

-Usted dice que Chávez no tiene una fuerza armada revolucionaria, pero ahora los militares gritan "patria, socialismo o muerte..."

-No hay un ejército revolucionario, porque no ha habido una lucha armada revolucionaria. El ejército es el mismo frente al cual Chávez se ha rendido dos veces. Ese ejército es vertical e institucional y grita lo que le ordenen. Cuando las marchas de los estudiantes, Chávez dijo que eso era todo parte de un plan desestabilizador y que si la situación llegaba a extremos se iba a repetir otro 13 de abril y que el mismo lo iba a comandar. Pero si yo soy el gobierno y represento al Estado, conforme a que entendemos que el Estado tiene el monopolio de la violencia en su Fuerza Armada, no veo para qué convocar a la gente a que defienda la institucionalidad. ¿Acaso le tiene desconfianza a su ejército? Tú no puedes tener un ejército que entrenaron los americanos, que además derrotó a la guerrilla en los años sesenta, y de la noche a la mañana ponerlo a construir el socialismo del siglo XXI. Eso no es posible. ¿Por qué frente al problema de los estudiantes no dijo, aquí está la Fuerza Armada?

-Pero en Venezuela está la reserva militar que busca fusionar al pueblo con el Ejército...

-Chávez en sus locuras de copiar a Cuba consideró armar milicias populares y tuvo que retroceder. Armar milicias fue la política de Cuba en el Chile de Allende y eso aceleró el golpe de Estado. Si Chávez armara milicias en Venezuela no lo haría para luchar contra EEUU, sino para construir un poder militar paralelo contra el Ejército venezolano. Como ese camino es muy riesgoso ha optado por corromper a la Fuerza Armada comprándole armas rusas y haciendo labor ideológica para transformarla desde dentro en sentido revolucionario y por ello las consignas. El problema es que la combinación de estas dos políticas es como pagarle como si fuera prostituta y al mismo tiempo llamarla a la pureza. No se qué irá a salir de eso, pero seguro no será un ejército revolucionario.

¿Socialismo?

-En Venezuela hay ahora grandes empresas nacionalizadas, apoyo al cooperativismo, cogestión obrero-patronal y misiones sociales que distribuyen la renta petrolera entre los más pobres. ¿Eso no es socialismo?

-Esas medidas no son malas, me parecen que están bien. Igual que está bien que se le dé salud a la gente, que se les proporcione identidad política y se les haga participar. Pero de eso hay en Suecia, hay en Chile; de eso hay acá en Inglaterra, que no es el socialismo como Chávez lo quiere vender, como la cosa que se parece a lo que era Cuba, eso no. Porque para lograrlo tendría que eliminar al sector privado y eso no está ocurriendo ni va a ocurrir. Lo que pasa es que en Venezuela el Estado es tan fuerte por la vía de la renta petrolera, que al controlar el petróleo controla casi todo. Por eso Chávez puede jugar a niño revolucionario y crearle problemas al presidente Lula, que no puede hacer lo mismo en términos de políticas redistributivas en Brasil. Eso tampoco lo puede hacer Daniel Ortega, ni Rafael Correa, ni Evo Morales. Chávez a veces se parece más el rey de Arabia Saudí que a un presidente, y eso no es socialismo.

-Pero vistos los fracasos neoliberales, ¿no es válido intentar nuevos formas como las que propone Chávez?

-Estoy más de acuerdo con lo que están haciendo Lula da Silva y Michelle Bachelet, que con lo que hace Chávez. La diferencia está en la democracia y una política de unidad y gradualidad, que es lo que se da en Brasil y Chile. Una política económica que, como la de Chávez, está basada en polarizar a su propia sociedad no les resuelve los problemas a los pobres, no crea oportunidades y termina la gente siendo más dependiente. La primera responsabilidad de un gobernante es mantener unida a su sociedad en medio de las diferencias y Chávez hace todo lo contrario.

Una estrategia ridícula

-Chávez acusa a los Estados Unidos de persistir en la idea de desestabilizar su gobierno y hasta querer matarlo, y dice que tiene pruebas. ¿No hay allí una amenaza real?

-Creo que si los americanos, cuando esto comenzó, hubieran invitado a Chávez a ver un partido de béisbol a EEUU, lo hubieran tratado de otra manera, posiblemente el curso del proceso habría sido distinto, pero el problema es que no le dieron espacios, y ahora trata de llamar la atención y para llamar la atención inventa esas cosas e insulta. Nada sería más absurdo y más desestabilizador para EEUU que un conflicto con Venezuela.

-¿Por qué?

-Poniendo las cosas en términos militares la estrategia de Chávez es ridícula. Cuba está a 90 millas de EEUU y para volverse un territorio imposible de ser ocupado movilizó a millones de ciudadanos, los armó, los estructuró como milicias en combinación con un Ejército profesional súper armado. Es un sistema de defensa basado en miles de formas de organización y participación popular en actividades militares. ¿Crees que comprando tres o cuatro submarinos y uno que otro avioncito puede Chávez alterar la correlación militar con EEUU? ¿Acaso piensa Chávez que puede contrarrestar una invasión de EEUU con un esquema regular y convencional de guerra? Esos es absurdo, esos combates durarían muy poco o nada. Además, con la tradición que tiene de rendirse, seguro terminaría igual con sólo el ruido de los helicópteros y los aviones.

-¿Cuál sería el modelo entonces?

-La manera -y lo digo con conocimiento de causa- de enfrentar a un enemigo superior no se basa en un esquema convencional, sino en un esquema de gran movilización popular armada y formas irregulares de guerra. Y si tiene duda que le pregunte a Raúl Castro cuál es el plan de defensa de Cuba. ¿Puede Chávez movilizar esa fuerza? ¿Hay condiciones políticas en Venezuela para que Chávez movilice a todos los venezolanos, como pasó en Nicaragua que tuvo 300 mil hombres en armas? En el micrófono se puede decir cualquier bobería, hablando de agresiones que no existen.

¿Elecciones o revoluciones?

¿Cuál es el principal debate de la izquierda en América Latina?

- El problema es que el referente de la izquierda en la región sigue siendo Cuba y no Brasil o Chile. Cuando hablas de izquierda en nuestro continente, inmediatamente cualquiera se remite al modelo cubano sin democracia y sin mercado. Eso ha reducido las posibilidades de desarrollo de la izquierda en América Latina. Chávez llega queriendo hacer un gobierno socialdemócrata y en el camino adopta el modelo y el estilo político cubano, y lo que está creando es un problema para toda la izquierda. Chávez es el nuevo demonio de las derechas para combatir a las izquierdas.

-Usted fue actor principal en los conflictos de los años 80 en Centroamérica y los sueños de revolución que ahora parecen revivirse en el fenómeno Chávez ¿Qué es hacer la revolución hoy?

-Lo que viví coincidió con un momento especial de fractura del poder, de conflictos entre los de arriba por el agotamiento del modelo autoritario. Esos conflictos abrieron una gran convulsión entre los de abajo y esto derivó en un enfrentamiento violento que en el caso de El Salvador fue una guerra civil de 11 años y 80 mil muertos. Esa guerra produjo los cambios políticos, sociales, económicos y demográficos más importantes en la historia salvadoreña.

Existe un concepto que viene de Lenin que se llama "situación revolucionaria". Tenga o no razón Lenin en otras cosas, ese concepto es muy útil y aplicable incluso a la caída del muro de Berlín. Yo no veo cómo lo puede aplicar Chávez a Venezuela. Uno no puede inventarse una revolución porque le da la gana o por perseguir la gloria de ser revolucionario. América Latina tiene ahora un calendario electoral y eso es lo que domina la política actual. Es tiempo de elecciones, no de revoluciones.

-¿Cómo era ese tiempo de revoluciones?

-En los 50, 60, 70 y 80 el continente estaba gobernado por militares. Hubo dictaduras en Paraguay, Uruguay, Argentina, Brasil, Perú, Chile, Bolivia, Guatemala, Haití, El Salvador, Honduras, Nicaragua, Panamá y en México un autoritarismo civil. En esas condiciones cómo no iban a haber guerrillas en todos lados. Las revoluciones eran el intento por lograr una transformación rápida, usando la violencia y sobraron razones para eso. Ahora si alguien quiere cambiar algo, tiene la posibilidad de hacerlo en democracia.

Venezuela no tenía una dictadura, Chávez fue derrotado cuando usó la violencia. Luego ganó unas elecciones y no importa cuántos votos obtuvo ni cuántas veces ha ganado, eso no es una revolución.

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