A l imaginar lo que puede ocurrir venezuela el próximo 23 de noviembre con ocasión de las elecciones regionales corre luz sobre tres escenarios. Una primera precisión es que dicho evento no puede ser separado, para su exacta comprensión, de la intención frustrada del Presidente de la República por reformar la Constitución e imponer un sistema de control socialista en Venezuela, obsesión derrotada en las urnas electorales el 2 de diciembre de 2007. Son dos hechos en uno, el "2D" y el "23N", consanguíneos por lo que está en juego: dictadura o democracia.
Así no más.
La atención electoral disgrega el paisaje pero en el fondo se adivina la figura de Chávez y su fijación por empujarnos a un socialismo atrasado a través de un régimen dictatorial manipulador de las reglas democráticas, dando la impresión imprecisa de lo que no es.
Para muestra el botón de que aun rechazado su proyecto de reforma lo impone a manosalvas, sin tapujos ni pena, con el aval de la institucionalidad pervertida que él maneja cual caja de música, a través de vías taimadas o retrecheras: "Me provoca pedir -dijo- otra habilitante para clavarles 26 leyes más" (Risas y aplausos).
Si hay elecciones en noviembre, la cartografía electoral del país cambiará ya que las posibilidades de que candidatos de la oposición triunfen en sus regiones son ciertas. Distingo entre lo político y lo electoral. Lo uno destila de lo otro pero no son lo mismo. El poder seguirá en manos de Chávez, así el militar, es decir el del miedo a las armas, el jurídico-institucional (sic), el económico-financiero.
Pero electoralmente ya no contará con la misma fuerza. La oposición ocupará espacios de gobierno y de gestión. Habrá oxígeno, recursos, legitimidad, ganas; dejará de andar ella realenga y encontrará incentivos institucionales para la acción. El chavismo acusará el golpe. Hojilla clueca.
Si no hay elecciones, porque nos sorprenden con algún "apagón" de última hora, se producirá un trauma social de consecuencias internas e internacionales de la mayor gravedad. ¿Qué haríamos los venezolanos? ¿Entraremos en una escalada de violencia y guerra civil? ¿Cuál será la actitud de la Fuerza Armada Nacional? ¿De la comunidad internacional? Si hay fraude, y nosotros tenemos una herida abierta en relación a este tema, se crisparán, hasta quién sabe dónde, los sentimientos ciudadanos al ver secuestrada nuevamente su decisión y comenzará un juego de tira y encoge que sabemos tendrá final turbio porque aquí el órgano electoral no es confiable ni posee autoridad frente a los ciudadanos; existe para darle la razón al gobierno ya que depende de él, le hace caso sumiso, milita en sus objetivos pasando por encima de la Constitución.
En conclusión, tres escenarios que definen el momento político.
Haya o no elecciones, gane quien gane, exista fraude, demora o desconocimiento de resultados, Venezuela vive ya un momento de transición política trascendente que debe ser asumido en toda su complejidad.
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