Por Fernando Gerbasi
Introducción
Colombia es, sin lugar a dudas, de la mayor importancia en las relaciones externas venezolanas. A lo largo de los siglos hemos compartido y seguiremos compartiendo la geografía, que es ante todo un punto de encuentro entre los dos países, de ahí que la frontera colombo–venezolana sea la frontera viva más importante de la América Latina. Compartimos también la historia, en mucho la vida política, los valores culturales y somos economías complementarias.
A raíz de la incursión de la Corbeta Caldas en aguas interiores de Venezuela, en agosto de 1987, Colombia y Venezuela estuvieron a las puertas de un conflicto bélico. Al poco tiempo los gobiernos de ambos países comprendieron que era necesario deslastrar las relaciones bilaterales del fardo histórico que había significado tratar casi como tema exclusivo las cuestiones limítrofes: primero las terrestres y a partir de mediados de los sesenta, la delimitación de las áreas marinas y submarinas en el Golfo de Venezuela. El tratamiento dado a este último asunto a ambos lados de la frontera llevó a desvanecer otros temas de importancia fundamental para los dos países.
Es a partir de las Declaraciones de Caracas, Ureña y posteriormente el Acta de San Pedro Alejandrino, todas suscritas por los Presidentes Virgilio Barco Y Carlos Andrés Pérez entre febrero de 1989 y marzo de 1990, que se instaura el nuevo esquema de negociación, cooperación y concertación entre Colombia y Venezuela. El esquema adoptado a partir de entonces se fundamenta en la tesis de la globalidad y la negociación directa.
Como bien señala Leandro Area en su libro “¿ Cómo negociar con los países vecinos?(1) La experiencia Colombo – Venezolana”, con la adopción de la tesis de la globalidad y la negociación directa no se pretendió incluir todos los temas en un solo paquete para ser tratados en una misma mesa de negociaciones y para formar parte de un único acuerdo; esta tesis más bien lo que procuró era disminuir los aspectos conflictivos para resaltar en cambio los diversos elementos de cooperación e integración que nos unen, los cuales, cabe acotar, constituyen la gran mayoría de los temas que conforman la agenda binacional.
La puesta en práctica de esta política, que debe calificarse de política de Estado por parte de ambas naciones, condujo a fortalecer la confianza mutua, lo que instauró un clima de amplio entendimiento, tanto en lo político como en lo económico, traduciéndose en un diálogo fructífero, en la coordinación de planteamientos en foros multilaterales, tanto a nivel regional como mundial, y muy especialmente a facilitar un desarrollo armónico de la relación comercial y de los vínculos económicos bilaterales. En definitiva, durante los noventa vivimos un proceso de profundos cambios cualitativos y cuantitativos en las relaciones entre Colombia y Venezuela.
Para finales de 1998, habíamos alcanzado un nivel sin precedentes en todos los ámbitos de la cooperación bilateral, incluso en el militar. De ahí que Colombia deviniera el primer mercado para los productos venezolanos distintos al petróleo y Venezuela el segundo destino de las exportaciones no tradicionales colombianas. Tal es el caso que entre 1989 y 1997 el intercambio comercial bilateral creció en un 700% (con un promedio interanual del 30%), superior al logrado en la relación Argentina-Brasil, razón por la cual se puede afirmar que fue el más dinámico, para ese período, de la América Latina. En Venezuela tuvieron lugar, a partir de abril de 1991, importantes negociaciones de paz y canje humanitario entre representantes del Estado y las guerrillas colombianas. Incluso, a solicitud de Colombia, a partir del 8 de marzo de 2001 y hasta el 2002, Venezuela –junto con Suecia, Noruega, España, Francia, Cuba, México, Canadá, Italia y Suiza – formó parte del grupo de países amigos para facilitar la búsqueda de una salida política al conflicto interno colombiano, cuando se adelantaban las negociaciones en la zona de distención creada por el gobierno del Presidente Andrés Pastrana. Este grupo actúo más como facilitador que como mediador en el proceso.
Esta política de Estado que tantos frutos dio, se ha perdido a lo largo de los dos últimos lustros.
Chávez y Colombia
Chávez irrumpe en el acontecer político venezolano con su fracasado golpe militar del 4 de febrero de 1992, que encontró sustento conceptual, entre otras cosas, en un nacionalismo anti colombiano que motivaba a los jóvenes oficiales que lideraron tan nefasta acción para la República. Alberto Garrido, en su libro “Las guerras de Chávez”(2), nos señala que “Una de las razones que esgrimieron los militares bolivarianos para justificar su levantamiento del 4 de febrero de 1992, fue la firma del Acta de San Pedro Alejandrino por representantes de los gobiernos de Venezuela y Colombia. El Acta, según los oficiales, “era una forma solapada de entregar el Golfo de Venezuela”(3).
Además, ello quedó evidenciado en el documento “La posición de Carlos Andrés Pérez le hace reo de traición a la patria”, que el 28 de marzo de 1992 hicieron público los comandantes del fallido golpe, en su calidad de miembros del Movimiento Bolivariano Revolucionario, detenidos en el Cuartel San Carlos. Ese documento exigía la paralización de todas las negociaciones con Colombia en torno a temas relativos a “los más altos y sagrados intereses de la nación”: el golfo de Venezuela y la integración fronteriza.
Cuando sale de la cárcel de Yare, en 1994, Hugo Chávez Frías, visita y recorre Colombia de la mano de unos de los líderes del Movimiento M-19, el actual Senador Gustavo Petro; para algunos es, desde ese viaje, que Chávez consolida su relación con las FARC. Ello sería cierto si el M-19 y las FARC fueran la misma cosa pero ocurre que por el contrario son fuerzas antagónicas en el acontecer político colombiano. La verdad es que hasta hace muy poco la relación FARC- Chávez no era comprobable.
No obstante, conviene recordar que a los pocos días de haber tomado posesión Chávez se declaró neutral frente al conflicto armado colombiano. El 9 de febrero de 1999 el Presidente declaraba: “No somos enemigos del Gobierno ni de la guerrilla de Colombia” Además, agregó que “Tenemos una posición neutral, sin darle beligerancia a la guerrilla. Ha sido el mismo Gobierno colombiano, la gestión de Andrés Pastrana, en su búsqueda de paz, la que le dio beligerancia y estatuto político a la guerrilla”. El 22 de enero, el presidente venezolano añadió: “Si se repliega un soldado colombiano en cualquier condición, herido o no, nosotros lo atenderemos. Si se repliega un guerrillero colombiano, igualito, porque es un combatiente en un conflicto interno en el cual nosotros somos neutrales”.
Tales declaraciones causaron profundo malestar y provocaron airadas reacciones de líderes políticos y creadores de opinión en Colombia lo que obligó, que en marzo de ese año, viajará a Bogotá el entonces Canciller José Vicente Rangel, con la finalidad de calmar los ánimos. Mucho se argumento en aquella época que las declaraciones de Chávez eran consecuencia de su inexperiencia como gobernante y así lo asumieron en mucho, o al menos eso dejaron entrever, las propias autoridades colombianas deseosas de mantener un clima cordial en las relaciones bilaterales. No obstante, tales declaraciones y el malestar general, obligaron al Presidente Pastrana a posponer un viaje que tenía previsto a Venezuela. Lo cierto es que el tiempo demostraría que en el fondo ellas obedecían a un convencimiento personal y al hecho de compartir una misma visión ideológica.
En verdad, el presidente venezolano ha mantenido, a través de sus declaraciones y hasta noviembre de 2007, una postura muchas veces ambiguas frente a las FARC. Ello quedó claramente demostrado cuando en Cartagena de Indias, el 10 de noviembre de 2004, declaraba: "Yo soy un hombre de honor. Si yo apoyara a las FARC tengan la seguridad de que lo diría, no lo escondería. Para que quede claro: no apoyo, no he apoyado jamás ni apoyaré jamás a la guerrilla colombiana ni a movimiento subversivo alguno contra gobierno democrático alguno, de ninguna manera. Les juro por Dios y mi madre santa que si yo apoyara la guerrilla, no tendría cara para venir aquí".
Sin embargo, a partir del segundo semestre de 2007 y como consecuencia de su participación directa en el conflicto colombiano a raíz de su designación como mediador para tratar de alcanzar las condiciones para un acuerdo humanitario, su posición frente a las FARC se fue haciendo más diáfana y precisa. Por ello, dejando las sutilezas de lado y confiado en el nivel de entendimiento que había alcanzado con el Secretariado de las FARC, declaró, el 11 de enero de 2008, al presentar su informe de gestión ante los diputados a la Asamblea Nacional así como el Cuerpo Diplomático, lo siguiente: "No me importa que se molesten por lo que voy a decir, pero las FARC y el ELN no son terroristas sino verdaderas fuerzas insurgentes que tienen un proyecto político y bolivariano que aquí en Venezuela es respetado", y agregó,"Solicito a los gobiernos del continente, del mundo, a Europa, que retiren a las FARC y al ELN de la lista de terroristas (...) lo pido porque sé que eso tiene una sola causa y es la presión de Estados Unidos".
No cabe duda alguna que Chávez llegó a un amplio entendimiento político – estratégico con las FARC, en busca del beneficio mutuo, que circunstancias posteriores desbarataron y desnudaron la verdadera circunstancia y moral política del personaje.
El proyecto geopolítico bolivariano y Colombia.
A partir de 1999, el devenir de la política interna de Colombia y Venezuela, así como la relación de estos países con los Estados Unidos, ha incidido, de una manera u otra, en el establecimiento de los objetivos de política exterior de cada uno de ellos y por lo tanto ha marcado, al existir puntos de vista divergentes y contrapuestos, la relación bilateral Colombia – Venezuela en todos sus ámbitos. Como bien señala la Profesora Elsa Cardozo en “La agenda de seguridad Venezuela-Colombia en el contexto de la subregión andina y Brasil (2000-2005)”(4) : “Para Colombia y Venezuela la agenda internacional y la estrategia hemisférica de Estados Unidos tiene particular relevancia pues potencian algunos aspectos conflictivos en la relación binacional, en especial los referidos al problema de las drogas, el conflicto colombiano y el proyecto bolivariano en Venezuela y a nivel internacional”.
Lo anterior se ve reflejado cuando Chávez pretende el fin de la hegemonía imperialista estadounidense, mientras que Colombia procura una relación más estrecha y más vinculante con ese país. Colombia desea acuerdos de libre comercio con los Estados Unidos y era ampliamente favorable al ALCA al tiempo que Venezuela no sólo la rechazó sino que propuso e impulsa la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA), como contrapropuesta.
No cabe duda que la postura ideológica de Chávez no es frente a tal o cuál gobierno colombiano sino frente a Colombia como un todo pues dos concepciones distintas se oponen en cuanto al ejercicio de la democracia, el papel del comercio internacional en pro del desarrollo interno, las relaciones regionales y el equilibrio geopolítico.
El 12 de febrero de 2006, el Presidente Chávez declaró que tenía que comenzar la era del Plan Nacional Simón Bolívar, es decir la consolidación de la revolución, y el cual fue proyectado, según Alberto Garrido, originalmente en 1992.(5) . El Capítulo VII del Plan de la Nación 2007 – 2013 dedicado a la “Nueva Geopolítica Internacional”, establece como primer objetivo “Fortalecer la soberanía nacional acelerando la conformación del bloque geopolítico regional y de un mundo multipolar”. Este Plan de la Nación fue aprobado por la Asamblea Nacional el 13 de diciembre de 2007, a pesar de los resultados del referendo del 02 de diciembre del mismo año, con el nombre de “Plan Nacional de Desarrollo Simón Bolívar 2007 - 2013”.
Este proyecto geopolítico internacional tiene la intención de consolidar, como líder internacional del “socialismo del siglo XXI”, al Presidente Hugo Chávez, lo que le permitirá fortalecerse internamente. La idea fundamental, reside en la construcción de un mundo multipolar, a través de la creación de nuevos polos de poder que representen el quiebre de la hegemonía del imperialismo norteamericano y en el que el desarrollo energético desempeñará un papelfundamental. En tal sentido, el gobierno bolivariano ha logrado alianzas estratégicas fundadas en valores políticos compartidos, especialmente con Irán, Siria, Bielorrusia y Rusia, mientras que con China, India, Vietnam, Malasia y otros, se pretende una mayor relación económica, social, cultural, científica y tecnológica. En cuanto a la América Latina, procura un nuevo MERCOSUR, la consolidación del eje Cuba – Venezuela – Bolivia y del ALBA, como alternativa a los TLC, el fortalecimiento de la integración latinoamericana a través de mecanismos como UNASUR, Petrosur, Petrocaribe, Petroandina, Banco del Sur, Telesur. Pretende, en definitiva, la conformación de un Bloque Latinoamericano de Poder, que lleve al establecimiento de una nueva institucionalidad basada en la democracia participativa, de inclusión de los pueblos y su participación en mecanismos internacionales. Igualmente quiere neutralizar la acción del imperio fortaleciendo los movimientos alternativos sociales regionales. Las embajadas venezolanas se han convertido en difusoras y promotoras del contenido, objetivos y logros de la Revolución Bolivariana, promoviendo la movilización de masas, en los países ante los cuales se encuentran acreditadas, en apoyo al proceso revolucionario.(6)
Colombia es una pieza indispensable en la puesta en práctica del proyecto geopolítico bolivariano del Presidente Hugo Chávez, a nivel regional, especialmente en la conformación del Bloque Latinoamericano de Poder.
Las crisis recurrentes
La verdad es que las relaciones colombo – venezolanas, se han caracterizado por momentos de tensión y luego de fraterno entendimiento; empero, desde 1999 estas circunstancias han sido más recurrentes y cada vez más han adquirido momentos de preocupante tirantez. La razón de ser de esto último lo encontramos en la relación cada vez más estrecha que se ha ido estableciendo entre la Revolución Bolivariana y las FARC.
Dos crisis han sido de particular relevancia.
El caso Granda
El 13 de diciembre de 2004, es detenido en Caracas, en los alrededores de la Estación Bellas Artes del Metro y a dos cuadras del entonces Hotel Hilton, Rodrigo Granda, conocido como el Canciller de las FARC, quien había asistido durante los primeros días de diciembre al Encuentro Mundial de Intelectuales y Artistas en Defensa de la Humanidad y posteriormente, entre el 7 y 10 del mismo mes, intervino en el II Congreso Bolivariano de los Pueblos, donde denunció los alcances negativos del Plan Colombia en la región y la participación de la CIA en él.
Conviene recordar que este hecho sucede después de dos importantes encuentros presidenciales que tuvieron lugar, uno en la sede de la petroquímica en El Tablazo el 14 de julio de 2004 y el otro en Cartagena, el 10 de noviembre del mismo año. Con ambas reuniones los mandatarios convinieron en poner en marcha tres mega proyectos de la mayor importancia: el gasoducto binacional, la conexión energética con Panamá y el poliducto de Venezuela hacia el Pacifico y Asia pasando por Colombia.
La captura de Granda se dio porque el gobierno colombiano pagó recompensas (o corrompió) a militares venezolanos y luego trataron de presentarla como una detención policial ocurrida en Cúcuta, lo que fue percibido, posteriormente, como una violación de la soberanía venezolana.
Ciertamente la presencia en Venezuela de un importante jefe guerrillero, quien gozaba de cierta inmunidad pues poseía documentación venezolana y se le permitió participar en un acto de carácter internacional auspiciado por organismos oficiales, dejaba mucho que desear sobre la verdadera actitud del gobierno venezolano frente a las FARC. Quizás fue esta la razón por la cual Venezuela tardó varias semanas en reaccionar.
Las tensiones progresaron rápidamente y las declaraciones dadas por el Embajador de los Estados Unidos en Bogotá, apoyando a Uribe y criticando a Chávez así como las de la Secretaria de Estado, Condoleeza Rice, quien declaró que Chávez era “una fuerza negativa”, vinieron a complicar aún más las cosas y a reforzar las tesis venezolanas de una participación directa de la CIA en el secuestro de Granda.
La crisis ha sido considerada por distintos analistas a ambos lados de la frontera como una de las peores en décadas y algunos la llegaron a comparar con la del Caldas; ello, porque en vez de reconocer ambos gobiernos los errores cometidos, tratar de esclarecer los hechos y asumir sus responsabilidades, suspendieron los mecanismos de fomento de medidas de confianza existentes entre ambas naciones, y afectaron el comercio bilateral, en aras de la defensa de sus propios proyectos políticos: la política de seguridad democrática y el proyecto revolucionario bolivariano.
El Presidente Álvaro Uribe tuvo que recurrir a la intervención del Presidente cubano Fidel Castro para tratar de resolver la crisis, lo cual se logró después del encuentro que sostuviera con el Presidente Hugo Chávez en Caracas el 15 de febrero de 2005.
Crisis Ecuatoriana –Colombiana – (Venezolana)
El 1º de marzo de 2008, miembros de la fuerza armada y de la policía colombiana ingresan en territorio ecuatoriano, para atacar y dar muerte al jefe guerrillero de las FARC, alias Raúl Reyes, en el campamento que poseía en ese país. La violación de la soberanía del territorio ecuatoriano, engendró una grave crisis regional liderada por Venezuela y lo cual encuentra sus razones en la fracasada mediación del Jefe de Estado venezolano para tratar de crear las condiciones que permitiesen el inicio del diálogo entre las FARC y el gobierno colombiano, para negociar un acuerdo humanitario a fin de lograr la liberación de unos cuarenta y siete secuestrados en manos del las FARC, incluyendo tres ciudadanos norteamericanos, a cambio de un número muy importante de guerrilleros presos en las cárceles de Colombia.
El Presidente de Colombia nombra, en agosto de 2007, al Presidente Hugo Chávez como mediador en la búsqueda de un acuerdo de canje humanitario entre su gobierno y las FARC. Durante casi tres meses el Presidente Chávez ejerció esta labor de una manera heterodoxa y totalmente parcializada, haciendo uso amplio y constante de los medios de comunicación social. Desde un principio se salió del libreto y reveló asuntos que deberían estar en la confidencialidad El 19 de noviembre hizo públicas, en Paris, conversaciones privadas sostenidas con Uribe en Santiago de Chile durante la correspondiente Cumbre Iberoamericana: Inmediatamente después habló telefónicamente con el General Mario Montoya sobre secuestros, lo que era una provocación a Uribe, pues éste le había pedido en la Cumbre Iberoamericana de Chile que no se metiera con sus generales. Estos fueron los motivos por los cuales el presidente colombiano resolvió cesarlo en sus funciones de mediador el 21 de noviembre de 2007. Esto indujo a Chávez a una irascible y violenta reacción frente a Uribe.
Resolvió entonces “congelar” las relaciones bilaterales y comenzó un enérgico ataque contra su colega colombiano, endosándole toda clase de calificativos e insultos; retiró a nuestro Embajador en Bogotá, al cual posteriormente destituyó al parecer por no actuar diligentemente en la entrega de las pruebas de vida correspondientes a Ingrid Betancourt y otras rehenes, y los representantes diplomáticos colombianos acreditados ante su gobierno no fueron más atendidos por las autoridades venezolanas: el diálogo se había roto y la confianza entre los dos mandatarios se había roto. Simultáneamente, las FARC, decidieron entregar al Presidente Chávez, de manera unilateral e incondicional, un grupo de rehenes, con la finalidad de lograr un mayor espacio político internacional, incluso el reconocimiento como fuerza beligerante así como amplios apoyos a su propuesta a favor del despeje de los Municipios de Florida y Pradera con la finalidad de iniciar el diálogo con el gobierno colombiano con miras a un acuerdo humanitario. Hoy en día se sabe, con base a los documentos encontrados en las computadoras de Raúl Reyes, que con esa política de liberación unilateral e incondicional las FARC intentaban reforzar el proyecto geopolítico regional del Presidente Chávez y éste, a su vez, aspiraba debilitar la imagen internacional del Presidente Uribe al tratar de obtener para sí todos los honores.
Cuando el 11 de enero de 2008 solicitó el reconocimiento de la FARC como fuerza beligerante, lo que pretendía obtener era un mayor reconocimiento y apoyo internacional a favor de las FARC, pero como era de esperar tal solicitud generó profunda preocupación en Colombia, tanto a nivel del gobierno como del Congreso de la República y de la sociedad en general. Esta maniobra de Chávez fue un error estratégico, ya que el gobierno de Colombia tuvo que rechazar vehementemente tal propuesta y por medio de un comunicado oficial dejó sentado lo siguiente: “Todos los grupos violentos de Colombia son terroristas. Terroristas son las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia), el ELN (Ejército de Liberación Nacional), los paramilitares en proceso de desmantelamiento. Son terroristas por atentar contra una democracia respetable y por sus métodos de exterminio de la humanidad".
La solicitud de Chávez, aunada a otras declaraciones por parte del Defensor del Pueblo, o de miembros del gabinete como el caso del Ministro de Interior y Justicia Rodríguez Chacín al recibir al primer grupo de rehenes liberados, gobernadores o lideres chavistas en favor de las FARC, así como acuerdos adoptados por la Asamblea Nacional, no dejaron duda alguna sobre una alianza estratégica de la Revolución Bolivariana con las FARC.
La semana del 1º al 7 de marzo de 2008 marcó las relaciones bilaterales negativamente, ya que a raíz de la violación de la soberanía territorial ecuatoriana por tropas de las fuerzas armadas y policía colombiana, para dar muerte al jefe guerrillero y miembro del Secretariado de las FARC, alias Raúl Reyes, Chávez apoyó abiertamente a su colega Correa del Ecuador y adoptó un conjunto de decisiones que nos llevaron a lo que muchos calificaron como una situación pre bélica entre Bogotá y Caracas. Los diplomáticos colombianos fueron expulsados de Venezuela, se cerró la Embajada venezolana en Bogotá y traídos al país todos nuestros representantes diplomáticos, se movilizaron diez batallones de la Fuerza Armada hacia la frontera y se alertó a la fuerza aérea; por último se cerró la frontera al comercio bilateral aunque posteriormente se abrió para permitir el paso selectivo de ciertas mercancías, en particular alimentos perecederos y medicinas.
Las decisiones adoptadas por el Presidente Chávez, particularmente aquellas de carácter militar tomadas el 02 de marzo de 2008, se enmarcan en el contexto de su proyecto de expansión regional de la revolución bolivariana.
Con base en los documentos encontrados en la computadora de alias Raúl Reyes, el Presidente Álvaro Uribe amenazó con denunciar a su homólogo venezolano ante la Corte Penal Internacional "por patrocinio y financiación de genocidas". Caracas calificó la amenaza de "risible". Lo importante de la acusación fue el efecto mediático y político de la misma al tiempo que dejó entrever la posibilidad de una acción diplomática de mayor envergadura como sería la de elevar el asunto a la consideración del Consejo de Seguridad, con base a lo establecido en la Resolución 1373, del mismo órgano, que se refiere a la lucha concertada contra el terrorismo.
La Cumbre del Grupo de Río, que se celebró en la ciudad de Santo Domingo el 07 de marzo de 2008, resolvió favorablemente, aunque momentáneamente, el conflicto ecuatoriano-colombiano y consecuentemente también el colombo–venezolano. En esa ocasión el Presidente Chávez habló en un tono verdaderamente pacífico y conciliador que sorprendió a todos. Las razones para ello hay que encontrarlas, sin señalar orden de precedencia, en el rechazo mayoritario de la población venezolana a un conflicto con Colombia sin motivo político alguno (89% según algunas encuestadoras importantes); a que algunos países latinoamericanos desempeñaron un importante papel para apaciguar los ánimos y lograr un entendimiento político-diplomático, entre ellos, Brasil, Cuba, México y Santo Domingo así como el Secretario General de la OEA; la importancia económico–social que tiene el intercambio comercial bilateral y finalmente, pero por ello no menos importante, los documentos que comenzaron a aparecer procedentes de las computadoras de alias Raúl Reyes.
Aparentemente la crisis se resolvió, como consecuencia del encuentro entre los presidentes Álvaro Uribe y Hugo Chávez el viernes 11 de julio de 2008, en la refinería de Amuay, en el Estado Falcón. Este encuentro trató de ser un paso adelante en la “normalización” de las deterioradas relaciones entre los gobiernos de Caracas y Bogotá, trastocadas por las diferencias conceptuales e ideológicas y las acusaciones mutuas proferidas entre ambos mandatarios a lo largo de varios meses. Empero, Venezuela continúa sin Embajador en Bogotá desde hace un año y los mecanismos de diálogo entre los dos países siguen paralizados.
Conclusiones
Si durante la década de los noventa del Siglo XX se “desgolfizaron” las relaciones colombo-venezolanas, lo que se tradujo en la puesta en marcha de un conjunto de mecanismos de fomento de medidas de confianza mutua y en beneficios tangibles para las poblaciones de ambos países, no cabe duda que durante la primera década del siglo XXI estas relaciones se han “farcquizado”, lo que se ha traducido por desconfianza, confrontación, inseguridad, corrupción y desasosiego para las poblaciones de ambos país, muy especialmente la de los estados fronterizos.
La relación colombo-venezolana ha estado limitada al diálogo entre los presidentes, y los mecanismos diplomáticos o no han funcionado o han funcionado muy poco, lo que se ha traducido en que en las situaciones de conflicto (o de enfrentamiento presidencial) los contactos entre los dos países han quedado reducidos prácticamente a cero. Y ello, sin lugar a dudas, es sumamente peligroso cuando hablamos de dos países que comparten una frontera común de casi 2.200 Km de largo.
Se perdió la confianza que se llegó a establecer entre los dos mandatarios; las relaciones bilaterales quedaron profundamente resentidas a raíz de los acontecimientos de marzo de 2008, incluso a nivel de percepción de las poblaciones de los dos países.
Ciertamente, la relación excepcional del Gobierno Uribe con la administración norteamericana, el apoyo que éste da a la política de “Seguridad Democrática”, entre otros a través del Plan Colombia, el acuerdo de libre comercio suscrito entre los Estados Unidos y Colombia, se constituyen en elementos que condicionan negativamente un diálogo de Colombia con el Presidente Chávez.
Desde finales de noviembre de 2007, las relaciones bilaterales entraron en la más larga y profunda crisis político-diplomática por la cual hayan atravesado y hasta el presente nada indica que estén en proceso de normalizarse. Ello se desprende de las declaraciones del canciller Nicolás Maduro, quien no habló del nuevo Embajador en Colombia ni dio fechas de nuevos encuentros de la Comisión Presidencial de Integración y Asuntos Fronterizos, COPIAF, al concluir una reunión en Caracas con su homólogo el canciller Jaime Bermúdez, el 17 de octubre de 2008, cuando señaló: “Hemos ratificado la voluntad política y el espíritu de avanzar en el diálogo entre ambos gobiernos para lograr avanzar en un nuevo estado de la relación, recomponer la relación entre ambos países en todos los sentidos, y generar mayor confianza en las posibilidades de desarrollo conjunto”.
En definitiva, Venezuela continúa, desde hace un año, sin Embajador en Colombia y los mecanismos de diálogo están inoperantes. Tal es el caso que la última reunión de la COPIAF, tuvo lugar los días 22 y 23 de junio de 2007. Al respecto hay que destacar que mientras durante el período que va de 1989 a 1998 esta misma Comisión se reunió 28 veces, durante el lapso que va del año 1999 al año 2008, tan sólo se ha reunido 6 veces, lo que es una demostración palpable del poco interés que el actual gobierno venezolano le otorga a este importante mecanismo de diálogo y confianza mutua.
Colombia, por toda la información que maneja sobre la relación de Chávez con las FARC, así como de altos representantes de su gobierno con ellas y posiblemente con actividades ilegales de esta organización narco-guerrillera, obtenida de las computadoras de Raúl Reyes y más recientemente de las del Comandante John40, se encuentra en una posición de fuerza frente a nuestro país lo que pudiera poner en peligro los intereses vitales de la República, incluso en materias tan delicadas como la delimitación de las áreas marinas y submarinas con Colombia en el Golfo de Venezuela.
Es indispensable recordar que el 12 de septiembre de 2008, el Departamento del Tesoro de los Estados Unidos anunció que incluyó en la lista de Traficantes de Narcóticos Especialmente Designados, popularmente llamada la "lista Clinton", a tres altos funcionarios del gobierno venezolano.
Uno de ellos es el ex ministro del Interior y Justicia, Ramón Rodríguez Chacín, quien pocos días antes había renunciado intempestivamente a su cargo. También fueron incluidos en la lista el General Hugo Armando Carvajal Barrios, Director de Inteligencia Militar (DIM) y el General Henry de Jesús Rangel Silva, Director de los Servicios de Prevención e Inteligencia (DISIP). No cabe duda que estas decisiones de las autoridades norteamericanas se fundamentaron en las informaciones contenidas en los computadores encontradas en los campamentos, en Ecuador y el Guaviare, de los Jefes guerrilleros Raúl Reyes y John40.
A pesar de los altibajos en las relaciones colombo-venezolanas durante los gobiernos del Presidente Chávez, y las trabas que ha impuesto al comercio bilateral en más de una ocasión, incluyendo entre estas la salida de nuestro país de la CAN, aunque aún no hemos ingresado al MERCOSUR, este comercio no sólo ha crecido de manera importante sino también lo ha hecho de manera profundamente desequilibrada. La culpa de tal situación es del gobierno bolivariano, que ha politizado los esfuerzos de integración binacional y regional: También en sus desastrosas políticas económicas que han llevado a la destrucción del aparto productivo nacional, y a la carencia total de estímulos a la exportación. En tal sentido hay que recordar que el intercambio comercial alcanzó en 1998, de conformidad con cifras del DANE colombiano, la cifra de 2.458 millones de dólares, correspondiendo a las exportaciones venezolanas 1.312 millones, a las importaciones procedentes de Colombia 1.146 millones de dólares, lo que arrojó un superávit a favor de nuestro país de 166 millones. En el año 2007, se puede apreciar como a lo largo de los años las exportaciones venezolanas se han mantenido casi estables mientras que las colombianas se han casi quintuplicado pues el intercambio comercial alcanzó el monto de 6.576 millones de dólares, de los cuales 1366 millones correspondieron a exportaciones venezolanas hacia Colombia y, 5.210 millones de importaciones procedentes de ese país, lo que arrojó un superávit, a favor de Colombia, de 3.844 millones. Hay que subrayar que desde 1999, la balanza comercial es favorable a Colombia y en el año 2008 este diferencial se debe incrementar, al menos, en un 25%.
Tal desequilibrio comercial es insostenible en el tiempo. Lo es para Venezuela que cada día se hace más dependiente de los productos colombianos, en especial los agroalimentarios, como también para Colombia, pues esta frente a un gobierno que podría, en cualquier momento, poner en práctica sus amenazas de cerrar, total o parcialmente las fronteras, y consecuentemente afectar el normal flujo comercial entre los dos países. Además, hasta el momento todo parece indicar que poco se ha avanzado para logar un acuerdo que sustituya los compromisos que nos obligaban comercialmente en la CAN y que faciliten el comercio bilateral futuro.
No obstante, se puede afirmar, a la luz de los resultados obtenidos, que el intercambio comercial bilateral pareciera estar por encima de los conflictos ideológicos y no sujeto a vaivenes coyunturales.
Notas
(1)Area, Leandro. (2000). “¿Cómo negociar con los países vecinos? La experiencia Colombo – Venezolana”. Instituto de Altos Estudios Diplomáticos Pedro Gual. Ministerio de Relaciones Exteriores. Caracas.
(2) Garrido, Alberto. (2006). “Las guerras de Chávez”. Rayuela, Taller de Ediciones. Caracas.
(3) Garrido, Alberto: (2000) “La revolución bolivariana. De la guerrilla al militarismo”, Producciones Farol, Mérida.
(4) Cardozo, Elsa. (2006). La agenda de seguridad Venezuela-Colombia en el contexto de la subregión andina y Brasil (20o0-2005). Caracas: Instituto Latinoamericano de Investigaciones Sociales - ILDIS.
(5) Garrido, Alberto. (2006). “Las guerras de Chávez”. Rayuela, Taller de Ediciones. Caracas.
(6) Basado en el Plan Nacional de Desarrollo de Venezuela 2007 – 2013 y en la Exposición de Motivos al Proyecto de Reforma Constitucional propuesto por el Presidente Hugo Chávez.
http://www.analitica.com/premium/1821469.asp
Introducción
Colombia es, sin lugar a dudas, de la mayor importancia en las relaciones externas venezolanas. A lo largo de los siglos hemos compartido y seguiremos compartiendo la geografía, que es ante todo un punto de encuentro entre los dos países, de ahí que la frontera colombo–venezolana sea la frontera viva más importante de la América Latina. Compartimos también la historia, en mucho la vida política, los valores culturales y somos economías complementarias.
A raíz de la incursión de la Corbeta Caldas en aguas interiores de Venezuela, en agosto de 1987, Colombia y Venezuela estuvieron a las puertas de un conflicto bélico. Al poco tiempo los gobiernos de ambos países comprendieron que era necesario deslastrar las relaciones bilaterales del fardo histórico que había significado tratar casi como tema exclusivo las cuestiones limítrofes: primero las terrestres y a partir de mediados de los sesenta, la delimitación de las áreas marinas y submarinas en el Golfo de Venezuela. El tratamiento dado a este último asunto a ambos lados de la frontera llevó a desvanecer otros temas de importancia fundamental para los dos países.
Es a partir de las Declaraciones de Caracas, Ureña y posteriormente el Acta de San Pedro Alejandrino, todas suscritas por los Presidentes Virgilio Barco Y Carlos Andrés Pérez entre febrero de 1989 y marzo de 1990, que se instaura el nuevo esquema de negociación, cooperación y concertación entre Colombia y Venezuela. El esquema adoptado a partir de entonces se fundamenta en la tesis de la globalidad y la negociación directa.
Como bien señala Leandro Area en su libro “¿ Cómo negociar con los países vecinos?(1) La experiencia Colombo – Venezolana”, con la adopción de la tesis de la globalidad y la negociación directa no se pretendió incluir todos los temas en un solo paquete para ser tratados en una misma mesa de negociaciones y para formar parte de un único acuerdo; esta tesis más bien lo que procuró era disminuir los aspectos conflictivos para resaltar en cambio los diversos elementos de cooperación e integración que nos unen, los cuales, cabe acotar, constituyen la gran mayoría de los temas que conforman la agenda binacional.
La puesta en práctica de esta política, que debe calificarse de política de Estado por parte de ambas naciones, condujo a fortalecer la confianza mutua, lo que instauró un clima de amplio entendimiento, tanto en lo político como en lo económico, traduciéndose en un diálogo fructífero, en la coordinación de planteamientos en foros multilaterales, tanto a nivel regional como mundial, y muy especialmente a facilitar un desarrollo armónico de la relación comercial y de los vínculos económicos bilaterales. En definitiva, durante los noventa vivimos un proceso de profundos cambios cualitativos y cuantitativos en las relaciones entre Colombia y Venezuela.
Para finales de 1998, habíamos alcanzado un nivel sin precedentes en todos los ámbitos de la cooperación bilateral, incluso en el militar. De ahí que Colombia deviniera el primer mercado para los productos venezolanos distintos al petróleo y Venezuela el segundo destino de las exportaciones no tradicionales colombianas. Tal es el caso que entre 1989 y 1997 el intercambio comercial bilateral creció en un 700% (con un promedio interanual del 30%), superior al logrado en la relación Argentina-Brasil, razón por la cual se puede afirmar que fue el más dinámico, para ese período, de la América Latina. En Venezuela tuvieron lugar, a partir de abril de 1991, importantes negociaciones de paz y canje humanitario entre representantes del Estado y las guerrillas colombianas. Incluso, a solicitud de Colombia, a partir del 8 de marzo de 2001 y hasta el 2002, Venezuela –junto con Suecia, Noruega, España, Francia, Cuba, México, Canadá, Italia y Suiza – formó parte del grupo de países amigos para facilitar la búsqueda de una salida política al conflicto interno colombiano, cuando se adelantaban las negociaciones en la zona de distención creada por el gobierno del Presidente Andrés Pastrana. Este grupo actúo más como facilitador que como mediador en el proceso.
Esta política de Estado que tantos frutos dio, se ha perdido a lo largo de los dos últimos lustros.
Chávez y Colombia
Chávez irrumpe en el acontecer político venezolano con su fracasado golpe militar del 4 de febrero de 1992, que encontró sustento conceptual, entre otras cosas, en un nacionalismo anti colombiano que motivaba a los jóvenes oficiales que lideraron tan nefasta acción para la República. Alberto Garrido, en su libro “Las guerras de Chávez”(2), nos señala que “Una de las razones que esgrimieron los militares bolivarianos para justificar su levantamiento del 4 de febrero de 1992, fue la firma del Acta de San Pedro Alejandrino por representantes de los gobiernos de Venezuela y Colombia. El Acta, según los oficiales, “era una forma solapada de entregar el Golfo de Venezuela”(3).
Además, ello quedó evidenciado en el documento “La posición de Carlos Andrés Pérez le hace reo de traición a la patria”, que el 28 de marzo de 1992 hicieron público los comandantes del fallido golpe, en su calidad de miembros del Movimiento Bolivariano Revolucionario, detenidos en el Cuartel San Carlos. Ese documento exigía la paralización de todas las negociaciones con Colombia en torno a temas relativos a “los más altos y sagrados intereses de la nación”: el golfo de Venezuela y la integración fronteriza.
Cuando sale de la cárcel de Yare, en 1994, Hugo Chávez Frías, visita y recorre Colombia de la mano de unos de los líderes del Movimiento M-19, el actual Senador Gustavo Petro; para algunos es, desde ese viaje, que Chávez consolida su relación con las FARC. Ello sería cierto si el M-19 y las FARC fueran la misma cosa pero ocurre que por el contrario son fuerzas antagónicas en el acontecer político colombiano. La verdad es que hasta hace muy poco la relación FARC- Chávez no era comprobable.
No obstante, conviene recordar que a los pocos días de haber tomado posesión Chávez se declaró neutral frente al conflicto armado colombiano. El 9 de febrero de 1999 el Presidente declaraba: “No somos enemigos del Gobierno ni de la guerrilla de Colombia” Además, agregó que “Tenemos una posición neutral, sin darle beligerancia a la guerrilla. Ha sido el mismo Gobierno colombiano, la gestión de Andrés Pastrana, en su búsqueda de paz, la que le dio beligerancia y estatuto político a la guerrilla”. El 22 de enero, el presidente venezolano añadió: “Si se repliega un soldado colombiano en cualquier condición, herido o no, nosotros lo atenderemos. Si se repliega un guerrillero colombiano, igualito, porque es un combatiente en un conflicto interno en el cual nosotros somos neutrales”.
Tales declaraciones causaron profundo malestar y provocaron airadas reacciones de líderes políticos y creadores de opinión en Colombia lo que obligó, que en marzo de ese año, viajará a Bogotá el entonces Canciller José Vicente Rangel, con la finalidad de calmar los ánimos. Mucho se argumento en aquella época que las declaraciones de Chávez eran consecuencia de su inexperiencia como gobernante y así lo asumieron en mucho, o al menos eso dejaron entrever, las propias autoridades colombianas deseosas de mantener un clima cordial en las relaciones bilaterales. No obstante, tales declaraciones y el malestar general, obligaron al Presidente Pastrana a posponer un viaje que tenía previsto a Venezuela. Lo cierto es que el tiempo demostraría que en el fondo ellas obedecían a un convencimiento personal y al hecho de compartir una misma visión ideológica.
En verdad, el presidente venezolano ha mantenido, a través de sus declaraciones y hasta noviembre de 2007, una postura muchas veces ambiguas frente a las FARC. Ello quedó claramente demostrado cuando en Cartagena de Indias, el 10 de noviembre de 2004, declaraba: "Yo soy un hombre de honor. Si yo apoyara a las FARC tengan la seguridad de que lo diría, no lo escondería. Para que quede claro: no apoyo, no he apoyado jamás ni apoyaré jamás a la guerrilla colombiana ni a movimiento subversivo alguno contra gobierno democrático alguno, de ninguna manera. Les juro por Dios y mi madre santa que si yo apoyara la guerrilla, no tendría cara para venir aquí".
Sin embargo, a partir del segundo semestre de 2007 y como consecuencia de su participación directa en el conflicto colombiano a raíz de su designación como mediador para tratar de alcanzar las condiciones para un acuerdo humanitario, su posición frente a las FARC se fue haciendo más diáfana y precisa. Por ello, dejando las sutilezas de lado y confiado en el nivel de entendimiento que había alcanzado con el Secretariado de las FARC, declaró, el 11 de enero de 2008, al presentar su informe de gestión ante los diputados a la Asamblea Nacional así como el Cuerpo Diplomático, lo siguiente: "No me importa que se molesten por lo que voy a decir, pero las FARC y el ELN no son terroristas sino verdaderas fuerzas insurgentes que tienen un proyecto político y bolivariano que aquí en Venezuela es respetado", y agregó,"Solicito a los gobiernos del continente, del mundo, a Europa, que retiren a las FARC y al ELN de la lista de terroristas (...) lo pido porque sé que eso tiene una sola causa y es la presión de Estados Unidos".
No cabe duda alguna que Chávez llegó a un amplio entendimiento político – estratégico con las FARC, en busca del beneficio mutuo, que circunstancias posteriores desbarataron y desnudaron la verdadera circunstancia y moral política del personaje.
El proyecto geopolítico bolivariano y Colombia.
A partir de 1999, el devenir de la política interna de Colombia y Venezuela, así como la relación de estos países con los Estados Unidos, ha incidido, de una manera u otra, en el establecimiento de los objetivos de política exterior de cada uno de ellos y por lo tanto ha marcado, al existir puntos de vista divergentes y contrapuestos, la relación bilateral Colombia – Venezuela en todos sus ámbitos. Como bien señala la Profesora Elsa Cardozo en “La agenda de seguridad Venezuela-Colombia en el contexto de la subregión andina y Brasil (2000-2005)”(4) : “Para Colombia y Venezuela la agenda internacional y la estrategia hemisférica de Estados Unidos tiene particular relevancia pues potencian algunos aspectos conflictivos en la relación binacional, en especial los referidos al problema de las drogas, el conflicto colombiano y el proyecto bolivariano en Venezuela y a nivel internacional”.
Lo anterior se ve reflejado cuando Chávez pretende el fin de la hegemonía imperialista estadounidense, mientras que Colombia procura una relación más estrecha y más vinculante con ese país. Colombia desea acuerdos de libre comercio con los Estados Unidos y era ampliamente favorable al ALCA al tiempo que Venezuela no sólo la rechazó sino que propuso e impulsa la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA), como contrapropuesta.
No cabe duda que la postura ideológica de Chávez no es frente a tal o cuál gobierno colombiano sino frente a Colombia como un todo pues dos concepciones distintas se oponen en cuanto al ejercicio de la democracia, el papel del comercio internacional en pro del desarrollo interno, las relaciones regionales y el equilibrio geopolítico.
El 12 de febrero de 2006, el Presidente Chávez declaró que tenía que comenzar la era del Plan Nacional Simón Bolívar, es decir la consolidación de la revolución, y el cual fue proyectado, según Alberto Garrido, originalmente en 1992.(5) . El Capítulo VII del Plan de la Nación 2007 – 2013 dedicado a la “Nueva Geopolítica Internacional”, establece como primer objetivo “Fortalecer la soberanía nacional acelerando la conformación del bloque geopolítico regional y de un mundo multipolar”. Este Plan de la Nación fue aprobado por la Asamblea Nacional el 13 de diciembre de 2007, a pesar de los resultados del referendo del 02 de diciembre del mismo año, con el nombre de “Plan Nacional de Desarrollo Simón Bolívar 2007 - 2013”.
Este proyecto geopolítico internacional tiene la intención de consolidar, como líder internacional del “socialismo del siglo XXI”, al Presidente Hugo Chávez, lo que le permitirá fortalecerse internamente. La idea fundamental, reside en la construcción de un mundo multipolar, a través de la creación de nuevos polos de poder que representen el quiebre de la hegemonía del imperialismo norteamericano y en el que el desarrollo energético desempeñará un papelfundamental. En tal sentido, el gobierno bolivariano ha logrado alianzas estratégicas fundadas en valores políticos compartidos, especialmente con Irán, Siria, Bielorrusia y Rusia, mientras que con China, India, Vietnam, Malasia y otros, se pretende una mayor relación económica, social, cultural, científica y tecnológica. En cuanto a la América Latina, procura un nuevo MERCOSUR, la consolidación del eje Cuba – Venezuela – Bolivia y del ALBA, como alternativa a los TLC, el fortalecimiento de la integración latinoamericana a través de mecanismos como UNASUR, Petrosur, Petrocaribe, Petroandina, Banco del Sur, Telesur. Pretende, en definitiva, la conformación de un Bloque Latinoamericano de Poder, que lleve al establecimiento de una nueva institucionalidad basada en la democracia participativa, de inclusión de los pueblos y su participación en mecanismos internacionales. Igualmente quiere neutralizar la acción del imperio fortaleciendo los movimientos alternativos sociales regionales. Las embajadas venezolanas se han convertido en difusoras y promotoras del contenido, objetivos y logros de la Revolución Bolivariana, promoviendo la movilización de masas, en los países ante los cuales se encuentran acreditadas, en apoyo al proceso revolucionario.(6)
Colombia es una pieza indispensable en la puesta en práctica del proyecto geopolítico bolivariano del Presidente Hugo Chávez, a nivel regional, especialmente en la conformación del Bloque Latinoamericano de Poder.
Las crisis recurrentes
La verdad es que las relaciones colombo – venezolanas, se han caracterizado por momentos de tensión y luego de fraterno entendimiento; empero, desde 1999 estas circunstancias han sido más recurrentes y cada vez más han adquirido momentos de preocupante tirantez. La razón de ser de esto último lo encontramos en la relación cada vez más estrecha que se ha ido estableciendo entre la Revolución Bolivariana y las FARC.
Dos crisis han sido de particular relevancia.
El caso Granda
El 13 de diciembre de 2004, es detenido en Caracas, en los alrededores de la Estación Bellas Artes del Metro y a dos cuadras del entonces Hotel Hilton, Rodrigo Granda, conocido como el Canciller de las FARC, quien había asistido durante los primeros días de diciembre al Encuentro Mundial de Intelectuales y Artistas en Defensa de la Humanidad y posteriormente, entre el 7 y 10 del mismo mes, intervino en el II Congreso Bolivariano de los Pueblos, donde denunció los alcances negativos del Plan Colombia en la región y la participación de la CIA en él.
Conviene recordar que este hecho sucede después de dos importantes encuentros presidenciales que tuvieron lugar, uno en la sede de la petroquímica en El Tablazo el 14 de julio de 2004 y el otro en Cartagena, el 10 de noviembre del mismo año. Con ambas reuniones los mandatarios convinieron en poner en marcha tres mega proyectos de la mayor importancia: el gasoducto binacional, la conexión energética con Panamá y el poliducto de Venezuela hacia el Pacifico y Asia pasando por Colombia.
La captura de Granda se dio porque el gobierno colombiano pagó recompensas (o corrompió) a militares venezolanos y luego trataron de presentarla como una detención policial ocurrida en Cúcuta, lo que fue percibido, posteriormente, como una violación de la soberanía venezolana.
Ciertamente la presencia en Venezuela de un importante jefe guerrillero, quien gozaba de cierta inmunidad pues poseía documentación venezolana y se le permitió participar en un acto de carácter internacional auspiciado por organismos oficiales, dejaba mucho que desear sobre la verdadera actitud del gobierno venezolano frente a las FARC. Quizás fue esta la razón por la cual Venezuela tardó varias semanas en reaccionar.
Las tensiones progresaron rápidamente y las declaraciones dadas por el Embajador de los Estados Unidos en Bogotá, apoyando a Uribe y criticando a Chávez así como las de la Secretaria de Estado, Condoleeza Rice, quien declaró que Chávez era “una fuerza negativa”, vinieron a complicar aún más las cosas y a reforzar las tesis venezolanas de una participación directa de la CIA en el secuestro de Granda.
La crisis ha sido considerada por distintos analistas a ambos lados de la frontera como una de las peores en décadas y algunos la llegaron a comparar con la del Caldas; ello, porque en vez de reconocer ambos gobiernos los errores cometidos, tratar de esclarecer los hechos y asumir sus responsabilidades, suspendieron los mecanismos de fomento de medidas de confianza existentes entre ambas naciones, y afectaron el comercio bilateral, en aras de la defensa de sus propios proyectos políticos: la política de seguridad democrática y el proyecto revolucionario bolivariano.
El Presidente Álvaro Uribe tuvo que recurrir a la intervención del Presidente cubano Fidel Castro para tratar de resolver la crisis, lo cual se logró después del encuentro que sostuviera con el Presidente Hugo Chávez en Caracas el 15 de febrero de 2005.
Crisis Ecuatoriana –Colombiana – (Venezolana)
El 1º de marzo de 2008, miembros de la fuerza armada y de la policía colombiana ingresan en territorio ecuatoriano, para atacar y dar muerte al jefe guerrillero de las FARC, alias Raúl Reyes, en el campamento que poseía en ese país. La violación de la soberanía del territorio ecuatoriano, engendró una grave crisis regional liderada por Venezuela y lo cual encuentra sus razones en la fracasada mediación del Jefe de Estado venezolano para tratar de crear las condiciones que permitiesen el inicio del diálogo entre las FARC y el gobierno colombiano, para negociar un acuerdo humanitario a fin de lograr la liberación de unos cuarenta y siete secuestrados en manos del las FARC, incluyendo tres ciudadanos norteamericanos, a cambio de un número muy importante de guerrilleros presos en las cárceles de Colombia.
El Presidente de Colombia nombra, en agosto de 2007, al Presidente Hugo Chávez como mediador en la búsqueda de un acuerdo de canje humanitario entre su gobierno y las FARC. Durante casi tres meses el Presidente Chávez ejerció esta labor de una manera heterodoxa y totalmente parcializada, haciendo uso amplio y constante de los medios de comunicación social. Desde un principio se salió del libreto y reveló asuntos que deberían estar en la confidencialidad El 19 de noviembre hizo públicas, en Paris, conversaciones privadas sostenidas con Uribe en Santiago de Chile durante la correspondiente Cumbre Iberoamericana: Inmediatamente después habló telefónicamente con el General Mario Montoya sobre secuestros, lo que era una provocación a Uribe, pues éste le había pedido en la Cumbre Iberoamericana de Chile que no se metiera con sus generales. Estos fueron los motivos por los cuales el presidente colombiano resolvió cesarlo en sus funciones de mediador el 21 de noviembre de 2007. Esto indujo a Chávez a una irascible y violenta reacción frente a Uribe.
Resolvió entonces “congelar” las relaciones bilaterales y comenzó un enérgico ataque contra su colega colombiano, endosándole toda clase de calificativos e insultos; retiró a nuestro Embajador en Bogotá, al cual posteriormente destituyó al parecer por no actuar diligentemente en la entrega de las pruebas de vida correspondientes a Ingrid Betancourt y otras rehenes, y los representantes diplomáticos colombianos acreditados ante su gobierno no fueron más atendidos por las autoridades venezolanas: el diálogo se había roto y la confianza entre los dos mandatarios se había roto. Simultáneamente, las FARC, decidieron entregar al Presidente Chávez, de manera unilateral e incondicional, un grupo de rehenes, con la finalidad de lograr un mayor espacio político internacional, incluso el reconocimiento como fuerza beligerante así como amplios apoyos a su propuesta a favor del despeje de los Municipios de Florida y Pradera con la finalidad de iniciar el diálogo con el gobierno colombiano con miras a un acuerdo humanitario. Hoy en día se sabe, con base a los documentos encontrados en las computadoras de Raúl Reyes, que con esa política de liberación unilateral e incondicional las FARC intentaban reforzar el proyecto geopolítico regional del Presidente Chávez y éste, a su vez, aspiraba debilitar la imagen internacional del Presidente Uribe al tratar de obtener para sí todos los honores.
Cuando el 11 de enero de 2008 solicitó el reconocimiento de la FARC como fuerza beligerante, lo que pretendía obtener era un mayor reconocimiento y apoyo internacional a favor de las FARC, pero como era de esperar tal solicitud generó profunda preocupación en Colombia, tanto a nivel del gobierno como del Congreso de la República y de la sociedad en general. Esta maniobra de Chávez fue un error estratégico, ya que el gobierno de Colombia tuvo que rechazar vehementemente tal propuesta y por medio de un comunicado oficial dejó sentado lo siguiente: “Todos los grupos violentos de Colombia son terroristas. Terroristas son las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia), el ELN (Ejército de Liberación Nacional), los paramilitares en proceso de desmantelamiento. Son terroristas por atentar contra una democracia respetable y por sus métodos de exterminio de la humanidad".
La solicitud de Chávez, aunada a otras declaraciones por parte del Defensor del Pueblo, o de miembros del gabinete como el caso del Ministro de Interior y Justicia Rodríguez Chacín al recibir al primer grupo de rehenes liberados, gobernadores o lideres chavistas en favor de las FARC, así como acuerdos adoptados por la Asamblea Nacional, no dejaron duda alguna sobre una alianza estratégica de la Revolución Bolivariana con las FARC.
La semana del 1º al 7 de marzo de 2008 marcó las relaciones bilaterales negativamente, ya que a raíz de la violación de la soberanía territorial ecuatoriana por tropas de las fuerzas armadas y policía colombiana, para dar muerte al jefe guerrillero y miembro del Secretariado de las FARC, alias Raúl Reyes, Chávez apoyó abiertamente a su colega Correa del Ecuador y adoptó un conjunto de decisiones que nos llevaron a lo que muchos calificaron como una situación pre bélica entre Bogotá y Caracas. Los diplomáticos colombianos fueron expulsados de Venezuela, se cerró la Embajada venezolana en Bogotá y traídos al país todos nuestros representantes diplomáticos, se movilizaron diez batallones de la Fuerza Armada hacia la frontera y se alertó a la fuerza aérea; por último se cerró la frontera al comercio bilateral aunque posteriormente se abrió para permitir el paso selectivo de ciertas mercancías, en particular alimentos perecederos y medicinas.
Las decisiones adoptadas por el Presidente Chávez, particularmente aquellas de carácter militar tomadas el 02 de marzo de 2008, se enmarcan en el contexto de su proyecto de expansión regional de la revolución bolivariana.
Con base en los documentos encontrados en la computadora de alias Raúl Reyes, el Presidente Álvaro Uribe amenazó con denunciar a su homólogo venezolano ante la Corte Penal Internacional "por patrocinio y financiación de genocidas". Caracas calificó la amenaza de "risible". Lo importante de la acusación fue el efecto mediático y político de la misma al tiempo que dejó entrever la posibilidad de una acción diplomática de mayor envergadura como sería la de elevar el asunto a la consideración del Consejo de Seguridad, con base a lo establecido en la Resolución 1373, del mismo órgano, que se refiere a la lucha concertada contra el terrorismo.
La Cumbre del Grupo de Río, que se celebró en la ciudad de Santo Domingo el 07 de marzo de 2008, resolvió favorablemente, aunque momentáneamente, el conflicto ecuatoriano-colombiano y consecuentemente también el colombo–venezolano. En esa ocasión el Presidente Chávez habló en un tono verdaderamente pacífico y conciliador que sorprendió a todos. Las razones para ello hay que encontrarlas, sin señalar orden de precedencia, en el rechazo mayoritario de la población venezolana a un conflicto con Colombia sin motivo político alguno (89% según algunas encuestadoras importantes); a que algunos países latinoamericanos desempeñaron un importante papel para apaciguar los ánimos y lograr un entendimiento político-diplomático, entre ellos, Brasil, Cuba, México y Santo Domingo así como el Secretario General de la OEA; la importancia económico–social que tiene el intercambio comercial bilateral y finalmente, pero por ello no menos importante, los documentos que comenzaron a aparecer procedentes de las computadoras de alias Raúl Reyes.
Aparentemente la crisis se resolvió, como consecuencia del encuentro entre los presidentes Álvaro Uribe y Hugo Chávez el viernes 11 de julio de 2008, en la refinería de Amuay, en el Estado Falcón. Este encuentro trató de ser un paso adelante en la “normalización” de las deterioradas relaciones entre los gobiernos de Caracas y Bogotá, trastocadas por las diferencias conceptuales e ideológicas y las acusaciones mutuas proferidas entre ambos mandatarios a lo largo de varios meses. Empero, Venezuela continúa sin Embajador en Bogotá desde hace un año y los mecanismos de diálogo entre los dos países siguen paralizados.
Conclusiones
Si durante la década de los noventa del Siglo XX se “desgolfizaron” las relaciones colombo-venezolanas, lo que se tradujo en la puesta en marcha de un conjunto de mecanismos de fomento de medidas de confianza mutua y en beneficios tangibles para las poblaciones de ambos países, no cabe duda que durante la primera década del siglo XXI estas relaciones se han “farcquizado”, lo que se ha traducido por desconfianza, confrontación, inseguridad, corrupción y desasosiego para las poblaciones de ambos país, muy especialmente la de los estados fronterizos.
La relación colombo-venezolana ha estado limitada al diálogo entre los presidentes, y los mecanismos diplomáticos o no han funcionado o han funcionado muy poco, lo que se ha traducido en que en las situaciones de conflicto (o de enfrentamiento presidencial) los contactos entre los dos países han quedado reducidos prácticamente a cero. Y ello, sin lugar a dudas, es sumamente peligroso cuando hablamos de dos países que comparten una frontera común de casi 2.200 Km de largo.
Se perdió la confianza que se llegó a establecer entre los dos mandatarios; las relaciones bilaterales quedaron profundamente resentidas a raíz de los acontecimientos de marzo de 2008, incluso a nivel de percepción de las poblaciones de los dos países.
Ciertamente, la relación excepcional del Gobierno Uribe con la administración norteamericana, el apoyo que éste da a la política de “Seguridad Democrática”, entre otros a través del Plan Colombia, el acuerdo de libre comercio suscrito entre los Estados Unidos y Colombia, se constituyen en elementos que condicionan negativamente un diálogo de Colombia con el Presidente Chávez.
Desde finales de noviembre de 2007, las relaciones bilaterales entraron en la más larga y profunda crisis político-diplomática por la cual hayan atravesado y hasta el presente nada indica que estén en proceso de normalizarse. Ello se desprende de las declaraciones del canciller Nicolás Maduro, quien no habló del nuevo Embajador en Colombia ni dio fechas de nuevos encuentros de la Comisión Presidencial de Integración y Asuntos Fronterizos, COPIAF, al concluir una reunión en Caracas con su homólogo el canciller Jaime Bermúdez, el 17 de octubre de 2008, cuando señaló: “Hemos ratificado la voluntad política y el espíritu de avanzar en el diálogo entre ambos gobiernos para lograr avanzar en un nuevo estado de la relación, recomponer la relación entre ambos países en todos los sentidos, y generar mayor confianza en las posibilidades de desarrollo conjunto”.
En definitiva, Venezuela continúa, desde hace un año, sin Embajador en Colombia y los mecanismos de diálogo están inoperantes. Tal es el caso que la última reunión de la COPIAF, tuvo lugar los días 22 y 23 de junio de 2007. Al respecto hay que destacar que mientras durante el período que va de 1989 a 1998 esta misma Comisión se reunió 28 veces, durante el lapso que va del año 1999 al año 2008, tan sólo se ha reunido 6 veces, lo que es una demostración palpable del poco interés que el actual gobierno venezolano le otorga a este importante mecanismo de diálogo y confianza mutua.
Colombia, por toda la información que maneja sobre la relación de Chávez con las FARC, así como de altos representantes de su gobierno con ellas y posiblemente con actividades ilegales de esta organización narco-guerrillera, obtenida de las computadoras de Raúl Reyes y más recientemente de las del Comandante John40, se encuentra en una posición de fuerza frente a nuestro país lo que pudiera poner en peligro los intereses vitales de la República, incluso en materias tan delicadas como la delimitación de las áreas marinas y submarinas con Colombia en el Golfo de Venezuela.
Es indispensable recordar que el 12 de septiembre de 2008, el Departamento del Tesoro de los Estados Unidos anunció que incluyó en la lista de Traficantes de Narcóticos Especialmente Designados, popularmente llamada la "lista Clinton", a tres altos funcionarios del gobierno venezolano.
Uno de ellos es el ex ministro del Interior y Justicia, Ramón Rodríguez Chacín, quien pocos días antes había renunciado intempestivamente a su cargo. También fueron incluidos en la lista el General Hugo Armando Carvajal Barrios, Director de Inteligencia Militar (DIM) y el General Henry de Jesús Rangel Silva, Director de los Servicios de Prevención e Inteligencia (DISIP). No cabe duda que estas decisiones de las autoridades norteamericanas se fundamentaron en las informaciones contenidas en los computadores encontradas en los campamentos, en Ecuador y el Guaviare, de los Jefes guerrilleros Raúl Reyes y John40.
A pesar de los altibajos en las relaciones colombo-venezolanas durante los gobiernos del Presidente Chávez, y las trabas que ha impuesto al comercio bilateral en más de una ocasión, incluyendo entre estas la salida de nuestro país de la CAN, aunque aún no hemos ingresado al MERCOSUR, este comercio no sólo ha crecido de manera importante sino también lo ha hecho de manera profundamente desequilibrada. La culpa de tal situación es del gobierno bolivariano, que ha politizado los esfuerzos de integración binacional y regional: También en sus desastrosas políticas económicas que han llevado a la destrucción del aparto productivo nacional, y a la carencia total de estímulos a la exportación. En tal sentido hay que recordar que el intercambio comercial alcanzó en 1998, de conformidad con cifras del DANE colombiano, la cifra de 2.458 millones de dólares, correspondiendo a las exportaciones venezolanas 1.312 millones, a las importaciones procedentes de Colombia 1.146 millones de dólares, lo que arrojó un superávit a favor de nuestro país de 166 millones. En el año 2007, se puede apreciar como a lo largo de los años las exportaciones venezolanas se han mantenido casi estables mientras que las colombianas se han casi quintuplicado pues el intercambio comercial alcanzó el monto de 6.576 millones de dólares, de los cuales 1366 millones correspondieron a exportaciones venezolanas hacia Colombia y, 5.210 millones de importaciones procedentes de ese país, lo que arrojó un superávit, a favor de Colombia, de 3.844 millones. Hay que subrayar que desde 1999, la balanza comercial es favorable a Colombia y en el año 2008 este diferencial se debe incrementar, al menos, en un 25%.
Tal desequilibrio comercial es insostenible en el tiempo. Lo es para Venezuela que cada día se hace más dependiente de los productos colombianos, en especial los agroalimentarios, como también para Colombia, pues esta frente a un gobierno que podría, en cualquier momento, poner en práctica sus amenazas de cerrar, total o parcialmente las fronteras, y consecuentemente afectar el normal flujo comercial entre los dos países. Además, hasta el momento todo parece indicar que poco se ha avanzado para logar un acuerdo que sustituya los compromisos que nos obligaban comercialmente en la CAN y que faciliten el comercio bilateral futuro.
No obstante, se puede afirmar, a la luz de los resultados obtenidos, que el intercambio comercial bilateral pareciera estar por encima de los conflictos ideológicos y no sujeto a vaivenes coyunturales.
Notas
(1)Area, Leandro. (2000). “¿Cómo negociar con los países vecinos? La experiencia Colombo – Venezolana”. Instituto de Altos Estudios Diplomáticos Pedro Gual. Ministerio de Relaciones Exteriores. Caracas.
(2) Garrido, Alberto. (2006). “Las guerras de Chávez”. Rayuela, Taller de Ediciones. Caracas.
(3) Garrido, Alberto: (2000) “La revolución bolivariana. De la guerrilla al militarismo”, Producciones Farol, Mérida.
(4) Cardozo, Elsa. (2006). La agenda de seguridad Venezuela-Colombia en el contexto de la subregión andina y Brasil (20o0-2005). Caracas: Instituto Latinoamericano de Investigaciones Sociales - ILDIS.
(5) Garrido, Alberto. (2006). “Las guerras de Chávez”. Rayuela, Taller de Ediciones. Caracas.
(6) Basado en el Plan Nacional de Desarrollo de Venezuela 2007 – 2013 y en la Exposición de Motivos al Proyecto de Reforma Constitucional propuesto por el Presidente Hugo Chávez.
http://www.analitica.com/premium/1821469.asp
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