Las intenciones que tiene el régimen de enjuiciar al periodista Rafael Poleo por apología del delito e instigación a delinquir y, al mismo tiempo, abrirle un procedimiento administrativo a Globovisión donde el editor de Zeta advirtió a Chávez que podría terminar colgado por el pueblo con la cabeza hacia abajo, como le ocurrió a Benito Mussolini, no pueden ser consideradas sino como una inmensa ridiculez. Por favor. Sólo un escaso de mente puede imaginarse que Poleo quiso elogiar lo que le hicieron a Mussolini, o sembrar en la población descontenta la idea de asesinar a Hugo Chávez. Bien lejos con esas deducciones.
Desde luego, estando al tanto de la descomposición en que se encuentran las instituciones encargadas de imponer sanciones por las violaciones a la inconstitucional Ley de Responsabilidad Social en Radio y Televisión, así como también de la exagerada parcialidad oficialista en los tribunales de justicia, es de suponer que ese comentario de Rafael Poleo terminará con un exabrupto jurídico en un país donde no es un secreto para nadie que la justicia es empleada como un instrumento de represión política.
La incómoda libertad
Siempre el tema de la libertad de expresión y las luchas por defender el derecho que tienen todos los seres humanos de expresar sus opiniones ha sido de interés universal. Pareciera que el derecho humano de la opinión y de la expresión no simpatiza a ciertos gobiernos, hasta el punto de que, en algunos casos, no es que solamente no les simpatiza, sino que utilizan cualquier tipo de argucia para procurar su supresión. Y fíjense que es una constante: mientras peor es el gobierno y más corruptos sus funcionarios, mayor es el rigor con que persiguen y castigan a los sectores opositores. El chavismo es una demostración palpable de ese hecho.
Con regular frecuencia hemos visto a gobernantes enojados por lo que recogen los medios de comunicación sobre sus actuaciones; ese enojo algunas veces termina con una demanda por difamación o injuria a quienes osen criticarlos, aunque hay otras ocasiones en que no pasa de la simple furia del criticado.
La guerra contra los medios de comunicación no ha sido exclusividad de la V República; antes también se perseguía a periodistas o a través de otros mecanismos, relativos al otorgamiento de divisas para la importación del papel periódico, se chantajeaba a la prensa escrita, pretendiéndose de esta manera controlar la libertad de las expresiones. Eso es verdad, pero antes no había el temor que existe ahora. Lo que hoy sufre Venezuela es algo muy peligroso que va más allá del simple enojo del mal gobernante. Podemos afirmar que esa conducta del gobierno de Chávez de reaccionar ante expresiones como las de Poleo -que por demás son normales y válidas en los sistemas democráticos donde se pontifica de la libertad de expresión- tiene más bien claros propósitos intimidatorios no sólo para con los generadores de opinión del sector opositor, sino también contra los medios de comunicación, que, al ver que pueden ser sancionados por lo que expresen sus entrevistados, se cohibirían de invitar a personeros irreverentes, cuyas críticas muchas veces son las que destapan ollas podridas de corrupción.
La ficticia fritanga
Con tristeza hoy podemos ver el pasado. Se criticaba, y con cierta razón, la falta de madurez democrática en la Cuarta República, pero aun así nadie se imaginó que aquel hombre que recorría los pueblos haciendo campaña electoral en 1998, anunciando que de ser Presidente freiría la cabeza de los adecos en aceite, estaba cometiendo el delito de instigación a delinquir. Se tomaba esa expresión como lo que en realidad era: una coloquial manera de decir las cosas. Nadie vio al gobierno de turno iniciar una investigación penal contra Chávez; al contrario, esas expresiones causaban gracia. Por eso, no deja de parecernos ridículo pensar que Rafael Poleo estuviese instigando a que cuelguen a Chávez por los pies. Y si ésa fuera su intención de verdad, al menos, por ahora, su ejecutoria se tornaría en pobres deseos, ya que la custodia del Presidente está más que garantizada. Y, además, cuando se desvanezca este régimen por su rotundo fracaso, la nobleza del venezolano y la convicción democrática arraigada harán que se borren de la mente -si existieron- toda idea de venganza cruel. Serán las leyes penales las que se aplicarán con rigor, eso sí.
Unidad
Por donde camino, oigo el lamento de los valencianos por la inminente pérdida de la alcaldía si no se logra la unidad. Nos estamos haciendo la vista gorda y el tiempo está pasando. Si se mantienen los candidatos de oposición que están en el tapete, seguro vamos a perder una alcaldía donde -nadie pone en duda- Paco Cabrera, a pesar de que hemos criticado su silencio, no obstante ha hecho un excelente trabajo. En la oposición tenemos extraordinarios candidatos, porque en verdad es difícil decir cuál es mejor entre los que compiten, pero es necesario poner en marcha un mecanismo rápido de acuerdo, para no entregar la plaza a quienes han demostrado una gerencia desastrosa en todos los sitios donde han llegado. Pues bien, el llamado es a la unidad. Hay tiempo.
Cuenta regresiva
La insistencia de Hugo Chávez en decir que después de las elecciones regionales la oposición irá por él, es otra de las tretas armadas. Es mentira que los gobernadores y los alcaldes opositores que resulten electos irán contra nadie; lo que sí es cierto es que la victoria de la oposición consistirá en un reconocimiento expreso del fracaso del régimen chavista. En efecto, el 23 de noviembre será otra oportunidad de pasar factura a los alcaldes y gobernadores que incumplieron sus promesas. Pero eso no quiere decir que se intentará derrocar a nadie; al contrario, me imagino que los nuevos gobernantes regionales y municipales se empeñarán arduamente para que todo funcione y para que Chávez gobierne en sana paz, ya que ellos saben que este gobierno tiene fecha de expiración. Esto significa que sólo le restan cuatro años; es decir, el mismo tiempo para el cual ellos serán elegidos. Así, a quienes menos interesaría un golpe de Estado es precisamente a quienes estarían estrenándose en funciones de gobierno, bien sea a nivel regional o municipal. Chávez en 2012 no podrá reelegirse, por eso es una manipulación del Presidente pretender hacer ver que a él lo eligieron para toda la vida. Ya Chávez está de salida, y durará en el poder el mismo tiempo que durarán los alcaldes y gobernadores que elegiremos el próximo 23N. Desde luego, dada su clara demostración dictatorial, intentará por vías de hecho eliminar la prohibición que la Constitución establece de que pueda optar a una nueva reelección, y quizás se imaginará que, teniendo el mayor número de gobernadores y alcaldes, se le facilitaría dar ese golpe de Estado, pero ni que tenga todas las gobernaciones y todas las alcaldías, Chávez podrá por vías democráticas gobernar a Venezuela más allá de enero de 2013. En consecuencia, es él quien pretende dar otro golpe y no los futuros gobernadores.
http://www.el-carabobeno.com/p_pag_not.aspx?art=a201008e07&id=t201008-e07
Desde luego, estando al tanto de la descomposición en que se encuentran las instituciones encargadas de imponer sanciones por las violaciones a la inconstitucional Ley de Responsabilidad Social en Radio y Televisión, así como también de la exagerada parcialidad oficialista en los tribunales de justicia, es de suponer que ese comentario de Rafael Poleo terminará con un exabrupto jurídico en un país donde no es un secreto para nadie que la justicia es empleada como un instrumento de represión política.
La incómoda libertad
Siempre el tema de la libertad de expresión y las luchas por defender el derecho que tienen todos los seres humanos de expresar sus opiniones ha sido de interés universal. Pareciera que el derecho humano de la opinión y de la expresión no simpatiza a ciertos gobiernos, hasta el punto de que, en algunos casos, no es que solamente no les simpatiza, sino que utilizan cualquier tipo de argucia para procurar su supresión. Y fíjense que es una constante: mientras peor es el gobierno y más corruptos sus funcionarios, mayor es el rigor con que persiguen y castigan a los sectores opositores. El chavismo es una demostración palpable de ese hecho.
Con regular frecuencia hemos visto a gobernantes enojados por lo que recogen los medios de comunicación sobre sus actuaciones; ese enojo algunas veces termina con una demanda por difamación o injuria a quienes osen criticarlos, aunque hay otras ocasiones en que no pasa de la simple furia del criticado.
La guerra contra los medios de comunicación no ha sido exclusividad de la V República; antes también se perseguía a periodistas o a través de otros mecanismos, relativos al otorgamiento de divisas para la importación del papel periódico, se chantajeaba a la prensa escrita, pretendiéndose de esta manera controlar la libertad de las expresiones. Eso es verdad, pero antes no había el temor que existe ahora. Lo que hoy sufre Venezuela es algo muy peligroso que va más allá del simple enojo del mal gobernante. Podemos afirmar que esa conducta del gobierno de Chávez de reaccionar ante expresiones como las de Poleo -que por demás son normales y válidas en los sistemas democráticos donde se pontifica de la libertad de expresión- tiene más bien claros propósitos intimidatorios no sólo para con los generadores de opinión del sector opositor, sino también contra los medios de comunicación, que, al ver que pueden ser sancionados por lo que expresen sus entrevistados, se cohibirían de invitar a personeros irreverentes, cuyas críticas muchas veces son las que destapan ollas podridas de corrupción.
La ficticia fritanga
Con tristeza hoy podemos ver el pasado. Se criticaba, y con cierta razón, la falta de madurez democrática en la Cuarta República, pero aun así nadie se imaginó que aquel hombre que recorría los pueblos haciendo campaña electoral en 1998, anunciando que de ser Presidente freiría la cabeza de los adecos en aceite, estaba cometiendo el delito de instigación a delinquir. Se tomaba esa expresión como lo que en realidad era: una coloquial manera de decir las cosas. Nadie vio al gobierno de turno iniciar una investigación penal contra Chávez; al contrario, esas expresiones causaban gracia. Por eso, no deja de parecernos ridículo pensar que Rafael Poleo estuviese instigando a que cuelguen a Chávez por los pies. Y si ésa fuera su intención de verdad, al menos, por ahora, su ejecutoria se tornaría en pobres deseos, ya que la custodia del Presidente está más que garantizada. Y, además, cuando se desvanezca este régimen por su rotundo fracaso, la nobleza del venezolano y la convicción democrática arraigada harán que se borren de la mente -si existieron- toda idea de venganza cruel. Serán las leyes penales las que se aplicarán con rigor, eso sí.
Unidad
Por donde camino, oigo el lamento de los valencianos por la inminente pérdida de la alcaldía si no se logra la unidad. Nos estamos haciendo la vista gorda y el tiempo está pasando. Si se mantienen los candidatos de oposición que están en el tapete, seguro vamos a perder una alcaldía donde -nadie pone en duda- Paco Cabrera, a pesar de que hemos criticado su silencio, no obstante ha hecho un excelente trabajo. En la oposición tenemos extraordinarios candidatos, porque en verdad es difícil decir cuál es mejor entre los que compiten, pero es necesario poner en marcha un mecanismo rápido de acuerdo, para no entregar la plaza a quienes han demostrado una gerencia desastrosa en todos los sitios donde han llegado. Pues bien, el llamado es a la unidad. Hay tiempo.
Cuenta regresiva
La insistencia de Hugo Chávez en decir que después de las elecciones regionales la oposición irá por él, es otra de las tretas armadas. Es mentira que los gobernadores y los alcaldes opositores que resulten electos irán contra nadie; lo que sí es cierto es que la victoria de la oposición consistirá en un reconocimiento expreso del fracaso del régimen chavista. En efecto, el 23 de noviembre será otra oportunidad de pasar factura a los alcaldes y gobernadores que incumplieron sus promesas. Pero eso no quiere decir que se intentará derrocar a nadie; al contrario, me imagino que los nuevos gobernantes regionales y municipales se empeñarán arduamente para que todo funcione y para que Chávez gobierne en sana paz, ya que ellos saben que este gobierno tiene fecha de expiración. Esto significa que sólo le restan cuatro años; es decir, el mismo tiempo para el cual ellos serán elegidos. Así, a quienes menos interesaría un golpe de Estado es precisamente a quienes estarían estrenándose en funciones de gobierno, bien sea a nivel regional o municipal. Chávez en 2012 no podrá reelegirse, por eso es una manipulación del Presidente pretender hacer ver que a él lo eligieron para toda la vida. Ya Chávez está de salida, y durará en el poder el mismo tiempo que durarán los alcaldes y gobernadores que elegiremos el próximo 23N. Desde luego, dada su clara demostración dictatorial, intentará por vías de hecho eliminar la prohibición que la Constitución establece de que pueda optar a una nueva reelección, y quizás se imaginará que, teniendo el mayor número de gobernadores y alcaldes, se le facilitaría dar ese golpe de Estado, pero ni que tenga todas las gobernaciones y todas las alcaldías, Chávez podrá por vías democráticas gobernar a Venezuela más allá de enero de 2013. En consecuencia, es él quien pretende dar otro golpe y no los futuros gobernadores.
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