
A diferencia de España para nuestra fortuna en más de un siglo, no hemos tenido una guerra civil, de allí nuestra oportunidad de resolver nuestras divergencias políticas en un clima electoral y para ello tenemos una próxima estación el 23 de Noviembre. Donde nos estamos jugando no sólo elecciones regionales y locales sino nuestro destino democrático, y para otros es sólo un acto folklórico, cuando detrás del escenario nos montan el tinglado de un régimen de pensamiento único, como los que asolaron a la humanidad el siglo pasado.
Esta operación gigantesca no entendida por la mayoría de la población, tal vez por las carencias de la clase política opositora y por el ambicioso plan oficialista de mantener al país en un conflicto y una guerra permanente, es la que está en el escenario, a la vista de todos, en nuestra presencia. Lamentablemente no queremos verla, ni sentirla, tal vez como un mecanismo de defensa psicológico, añoramos tanto un pasado que nos negamos a ver la tragedia evidente, y creyendo que ignorándola o no involucrándonos con el drama, o cuando tenga un tiempo libre, podremos evitar ser tocados. Cuando la experiencia universal es otra, la realidad en este caso es la tendencia totalitaria, es un boomerang que te busca hasta debajo de la cama.
Por ello, cuando leí las notas del domingo 28-09 en el Poliedro de Caracas con referencia al acto oficialista de inicio de campaña electoral me pregunté, ¿se estaba realizando el acto de presentación de los candidatos oficialistas a gobernadores, alcaldes y diputados a los consejos legislativos? O en realidad es el lanzamiento del candidato único, es decir por obra y gracia de Miraflores es la primera vez que el Presidente de la República al mismo tiempo, es el candidato único a 22 gobernaciones, a la Alcaldía Metropolitana, a 330 alcaldías y a las centenas de diputaciones a los consejos legislativos. El triunfo sólo se le otorga al invencible caudillo y la derrota se le achaca al desdichado candidato, condenado a una isla del caribe si resultare perdedor.
Convertirse en portaviones es una mala conseja en estos tiempos de la política venezolana. El elector, el ciudadano no debe ser subestimado, anda buscando alternativas ante tanto polarización y crisis propugnadas desde las altas esferas del poder. El proceso electoral en su fase culminante en las próximas 7 semanas de cara al 23 de noviembre, determinará el nuevo país político que abordará la nueva etapa, camino a la ruta democrática que debemos todos construir.
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